domingo, 12 de octubre de 2008

Color cubano

Fue del poeta nacional de Cuba, Nicolás Guillén la idea de que cuando se hablara de razas los nacidos en este Archipiélago nos reconociéramos en una: la del “color cubano”, de acuerdo con el espíritu mestizo del país. La presencia de los genes de congos o carabalíes en nuestro origen se ha convertido en una de esas verdades lapidarias conocidas por todos.
Desde el propio inicio de la Revolución, Fidel se refirió al “problema racial” como un asunto difícil de resolver, atendiendo a su enraizamiento durante siglos. En los albores de la década del 60 por todo el país se desarrolló una campaña, impulsada por él y protagonizada por intelectuales, artistas, periodistas y otros sectores, en aras de debatir públicamente sobre estos temas y proponer soluciones hacia la integración.
En poco tiempo, al amparo de la Constitución y otras legislaciones, se reconocía a negros, blancos, mestizos y cuanto origen racial o étnico existiera en Cuba, con igualdad de derechos y oportunidades. De esa forma, durante decenas de años se consideró desterrada la discriminación racial de nuestra geografía.
Sin embargo, la voluntad política no ha sido suficiente en lo concerniente a la existencia de prejuicios raciales. Calificado como “rezago del pasado”, se sabe que no es un fenómeno ni tan pretérito ni tan olvidado. A veces quien se declara antirracista se ríe de chistes de mal gusto sobre los negros; o alguien que los incluye entre sus amigos se opone a la pareja mulata de sus hijos o hijas, bajo criterios de “adelantar” o “atrasar la raza”.
Sin ir tan lejos, entre nosotros se mantienen gestos como el de frotar el dedo índice sobre el antebrazo, hasta para señalar detrás de quién vamos en una cola. La oralidad cuenta en abundancia con vocablos peyorativos para hablar sobre los negros, aun cuando el proceso social que construimos sea cada vez más inclusivo. Ya se sabe que las palabras por sí solas no son todo. Pero sí el tono y la intención con que se emplean.
Detrás de algunas frases se esconden invenciones de la mente humana para ver a los negros como inferiores, hábiles únicamente en determinadas facetas de la vida o ineficaces en otras. Muchos los consideran vagos o útiles solo para el deporte y la música popular. Quizás falta por acá reconocer y promover figuras notables en diversas esferas. En ello podrían aportar los dramatizados de la Televisión que generalmente refuerzan estereotipos negativos.
Personalidades cubanas se han referido al hecho de que tras el Período Especial, las remesas familiares acentuaron las diferencias sociales entre uno y otro grupos. Téngase en cuenta que el llamado exilio se considera mayoritariamente blanco. Este hecho reforzó algunos estereotipos sobre actividades, legales o no, donde predominan los negros.
La segregación histórica de que fueron objeto los alejó por años del centro de las ciudades y de las principales instituciones y escuelas. Los programas de la Revolución han venido a resolver también algunas carencias espirituales y postergaciones, hacia un acceso pleno a las oportunidades sociales del país, al llevar la Universidad a las prisiones y a los municipios, por ejemplo.
Construir la Patria con todos y para el bien de todos, concebida por Martí, suena como una tarea pendiente todavía. Mientras el pelo rizo sea considerado como “malo” o "pasa", tendremos en los prejuicios raciales un tema para crecer en lo personal y en lo social.

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