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jueves, 15 de junio de 2017

Celina, a propósito de la Fiesta Cucalambeana




Una de las voces recurrentes en las más lejanas ediciones de la Fiesta Cucalambeana fue la de Celina González. Sus visitas a Las Tunas fueron periódicas, cuando desarrolló su carrera en solitario, y luego, junto a su hijo Lázaro Reutilio. Aunque las generaciones más jóvenes conocen solo acordes de su obra y matices de su existencia, esta fue una apasionante historia de amor, con el hombre de su vida y con la música.

Según recoge la biografía escrita por Mireya Fanjul, a los 16 años Celina González se casó con el amor de su vida. Presumiblemente a caballo y por una ventana, como cuentan las buenas historias de amor del campo cubano, se escapó con Reutilio Domínguez. De un flechazo los unió el destino en uno de aquellos guateques a los que la llevaban Benita y Gregorio, sus padres, cantores naturales. Y, luego en ceremonia sencilla en una notaría santiaguera, estampaban la firma que legalizaría su unión para hacer las cosas como eran debidas en la época.


Antes de desafiar a la familia, opuesta a esa unión durante los seis meses que duró el cortejo, habían cantado juntos Lágrimas Negras, tema de Miguel Matamoros, frente a los invitados de las cantorías espontáneas en las que se movía la familia de ella. Durante décadas intentarían explicar a periodistas, seguidores y curiosos cómo de pronto un domingo los ojos oscuros de ambos brillaban mientras entonaban, sin previo ensayo o guion en perfecta armonía “Siento el dolor profundo de tu partida/ Y lloro sin que sepas que el llanto mío/ Tiene lágrimas negras”… Y quizás, mientras entonaban esos acordes, sabían que se fugarían, partirían juntos.

Ella había llegado desde Matanzas a Santiago de Cuba, donde se conoció la pareja. Nació el 16 de marzo de 1928 en el caserío La Luisa, perteneciente a Jovellanos. Sus padres tomaron camino a Oriente en busca de mejores escenarios para cantar y ganarse la vida. Y fue la música lo único que no escaseó en aquel hogar humilde. Él venía con similares intenciones desde Guantánamo, donde nació en 1921 y volvió muchos años después, ya divorciado, a pasar los últimos días de su vida.

Mientras buscaban juntos dónde establecerse, no solo perseguían el sueño de compartir la vida y crear una familia, sino también daban nacimiento a uno de los dúos más famosos de la cancionística de la Isla. Ella, revelada con dotes de repentista desde los 10 años. Él, apasionado de la guitarra, cantaba rancheras y corridos mexicanos en su tierra natal.

Críticos, investigadores y músicos coinciden en que sus creaciones estuvieron impregnadas, desde el comienzo, de la cultura de los campos cubanos y de la influencia de su estancia, desde los cuatro años, en la efervescente Santiago de Cuba, tierra rica en melodías y cuna de grandes compositores y ejecutores de la música de la Mayor de Las Antillas.

Juntos se presentaron en bailes populares y fiestas familiares. Compartieron escenarios y guateques con Sindo Garay, los hermanos Hierrezuelo (uno de ellos formó más adelante el dúo Los Compadres), Luis Carbonell, y otras muchas figuras descollantes de la época y de la más excelsa cultura cubana.

Y en esos avatares de pareja joven tratando de salir adelante, fue en la tierra caliente donde Ñico Saquito «descubrió» el dúo de Celina y su esposo Reutilio, mientras los escuchaba por la emisora CMKC. Los artistas recibieron, como fruto de esa amistad con Saquito, la influencia del estilo picaresco del autor de María Cristina y Camina como Chencha, la gambá. De su grata impresión al escucharlos, los invitó y llevó a La Habana.

La capital, cosmopolita en materia de cultura, devino escenario perfecto para ellos, que ganaron fama por su manera particular de hacer arte, y su popularidad sobrepasó las fronteras de la Isla grande. República Dominicana y Nueva York aparecen entre los primeros destinos. El binomio González-Domínguez igualmente dejó una huella en el séptimo arte, en filmes como Rincón criollo y Bella, la Salvaje.

Uno de los detalles más conocidos de su vida y cancionística se relaciona con su canto a Changó. El 2 de Noviembre de 1948 llegaron a La Habana. “En una de las noches siguientes Celina tuvo una visión. En ella se apareció una imagen de Santa Bárbara, quien le pronosticó un triunfo artístico total si le dedicaba un canto de alabanza. Fue así como nació uno de los temas más exitosos de la joven pareja: A Santa Bárbara, también conocido como ¡Qué viva Shangó! Cuando al día siguiente ensayaban ese tema en Radio Suaritos, Laureano los escuchó de pasada, fue tal el impacto que decidió abrir los micrófonos para compartir con la audiencia aquel “cañonazo”, como le llamó. El éxito fue tal que ese mismo día quedaron contratados como artistas exclusivos de la emisora ».

“Río arriba” así era el epíteto con que el esposo gustaba describir a su mujer. Y en solo dos palabras podría quedar la imagen de la tenacidad y el temperamento guerrero de Celina. En cada presentación contagiaba la pasión y la femineidad que imponía a su vida y a su obra. Por razones muy bien guardadas, la pareja se rompió en la década del 60, después de 20 años de avatares y de una popularidad que los llevó a “tocar el cielo con las manos”. Con la disolución amorosa, aquel dúo mítico quedaba solo en el recuerdo y en fonogramas, conservados como tesoros.

Fue Ramón Veloz quien la animó a continuar sus presentaciones artísticas y la llevó al popular programa Palmas y Cañas, acompañada por un conjunto. Pero ni la potente voz de Celina, ni el talento existente en Cuba, evitarían el olvido en que cayó la música campesina durante los años siguientes.

La majestuosidad y esplendor de la Diva de la campiña siempre será recordada por las imágenes de programas de la televisión Cubana como Palmas y cañas. Muchos la recordarán allí con una flor en su cabellera negra, vestida con los colores representativos del verde caimán y entonando, como nadie, aquellas mágicas estrofas: Yo soy el punto cubano/ que en la manigua vivía/ cuando el mambí se batía/ con el machete en la mano./ Tengo un poder soberano/ que me lo dio la sabana/ de cantarle a la mañana/ brindándole mi saludo/ a la palma, al escudo/ y a mi bandera cubana.

Lázaro Reutilio, uno de sus cuatro hijos, acompañó musicalmente a Celina en la década del 80 y, con el éxito que conquistaron, los más jóvenes tuvieron el privilegio de disfrutar de esta figura única, de todos. Hizo su última aparición pública en 2011, cuando se presentó su biografía (editada por primera vez en 2010). Con su partida en 2015, dejó un espacio entre los grandes de la música cubana. Ella fue –es- mágica, una genuina criolla. La campiña fue su templo y Cuba su escenario, su reino, donde todavía brilla.


martes, 1 de noviembre de 2016

Mis hijas y William Vivanco

Desde la presentación de la obra Barrio Barroco, por la compañía Teatro de las Estaciones, la orquesta matancera Miguel Faílde y el cantautor William Vivanco, mis hijas se han convertido en unas verdaderas fanáticas del trovador. Cada aparición suya por Las Tunas se convierten en una conovcatoria para ellas. Y allí han estado, para disfrutar buen arte y pasar excelentes momentos musicales -con huellas fotográficas y autógrafos de por medio- gracias al talento y gentileza del santiaguero.
Recientemente, Vivanco se presentó por acá en el evento de la AHS que atrajo a varios reconocidos trovadores cubanos.







lunes, 25 de abril de 2016

Sábado de guitarra

Elvira Skourtis, guitarrista reconocida de Las Tunas, tiene una peña en la Casa del Joven Creador. En la tarde del último sábado, aun con la lluvia, la sede de la AHS recibió a numerosos visitantes que nos deleitamos con diversas interpretaciones a partir del denominador común de la guitarra. Un estudiante de tercer año del instrumento, de la Escuela Vocacional de Arte; los maestros Félix Ramos y Argibaldo Acebo, un cuarteto y la orquesta Isacc Nicola, dirigidos por la anfitriona, fueron los protagonistas esta vez. 
Para mis hijas y para mí, los mejores momentos al cierre: los arreglos para orquesta de la propia Elvira de los temas Ojalá y La maza, de Silvio Rodríguez, además de la Danza de las diosas negras, de Leo Brower, parte de la pieza que ella interpretó en la inauguración del reciente Festival Internacional de Guitarra, de La Habana.









lunes, 30 de noviembre de 2015

Viernes de concierto

La noche del viernes convirtió a la Plaza Martiana, de la ciudad de Las Tunas, en escenario para la Orquesta Sinfónica, compuesta esta vez en gran parte por estudiantes de la Escuela Vocacional de Arte El Cucalambé. Mis hijas y yo lo disfrutamos sobremanera.
Lástima la deficiente iluminación del lugar y la ausencia de audio, razón por la cual no se cumplió el programa previsto para interpretar música de cine. No obstante, estos son de los momentos en que una siente que cualquier mancha no puede ensombrecer una obra tan cuidadosa y de alta profesionalidad.


 






martes, 17 de noviembre de 2015

Vocación coral

Las agrupaciones corales cada vez ganan más seguidores en Las Tunas y en gran parte se debe a la formación de la Escuela de Arte El Cucalambé, donde esta especialidad se imparte dentro de las asignaturas desde el nivel elemental de música. Además, dentro de los coros Euterpe (con más de una década de trabajo) y recientemente Vocal Ancore, casi todos sus integrantes forman parte del claustro de la EVA. Por eso, una noche especial en la sede de la UNEAC aquí reunió a varios de estos grupos, incluido uno del seminternado El vaquerito, bajo la conducción de la profesora María del Carmen González.




martes, 22 de septiembre de 2009

It´s time to change. Gracias, Juanes


No entiendo por qué una intención de paz divide. Y los titulares periodísticos que hablan de la repercusión del concierto Paz sin fronteras, en La Habana, todavía traen a quienes representan el extremismo, la división y el odio fuera de Cuba. En jornadas tan emotivas de concordia, armonía, tolerancia, respeto... la nota discordante se deja escuchar. Sin embargo, los acordes del concierto resuenan entre nosotros.
Los cubanos y cubanas de la Isla todavía estamos hipnotizados por los artistas que hicieron historia el domingo. Fue bello, y a 700 km al este de la capital donde estoy, o más allá llegó esa energía de la Plaza de la Revolución. No podía ser en otro lugar, por su amplitud, porque allí está Martí y por el simbolismo de la unidad.
Mucha gente compara el acontecimiento con la visita del Papa Juan Pablo II en 1998, por la cantidad de gente que acudió, porque uno de los escenarios de misa fue la Plaza y por el sentimiento de Paz que significó. Nosotros no queremos otra cosa. Y por eso estamos agradecidos, porque Cuba se abre al mundo y el mundo se abre a Cuba.
No entiendo por qué los cubanos tenemos que seguir privados de apreciar el arte de los famosos; por qué quienes visitan la Mayor de Las Antillas se ven precisados a definir posiciones políticas a su regreso, cuando solo pretenden ofrecer su arte y buena fe. It´s time to change.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Y Juanes vino a La Habana

Me sumo a los millones de cubanos y cubanas que seguirán el concierto Paz sin fronteras, en la Plaza de la Revolución. Seguiré a Juanes, a Olga Tañón y a los demás desde mi televisor. Descuento los minutos que faltan para las 2:00 PM para no perderme el acontecimiento cultural del año en Cuba.
Y, cosa curiosa, quienes aseguran que este es un concierto político e hicieron campaña para que, en esencia, la gente de la Isla no tuviera acceso a los famosos, garantizaron una publicidad gratuita, enorme y también más apoyo para el evento.
A mí sí me gusta la música de casi todos los que ofrecerán su arte hoy en La Habana. Y simbólicamente estaré allí para tararear las canciones. Desde Cuba se apostó a la tolerancia, a la unidad, a la amistad... y creo que ganamos por puntos inobjetablemente. Ojalá siempre sea así por la salud de la paz.

miércoles, 22 de julio de 2009

Llamado de emergencia


Daddy Yankee ha irrumpido en mi casa gracias ¿? a mis hijas. No, no son adolescentes. Solo cuentan con 4 años, Sofía, y 3 años, Beatriz. Y, aunque no me dedico a grabar el tipo de música que interpreta el puertorriqueño, dicen tajante que su canción favorita es la que da título a esta entrada. Y estas no son palabras que me reconforten.


No tengo nada en contra de este reggaetonero, ni de nadie. Pero, tampoco hace falta explicar, ni traer citas de investigadores o expertos, para argumentar que no es esta la música, ni la letra de las canciones que deseamos que nuestros hijos pequeños escuchen y tarareen. De hecho, los medios nacionales en Cuba encabezan una suerte de campaña en contra de que los pequeños prefieran a Wisin & Yandel y Don Omar, entre los extranjeros; o Gente de Zona, de los nacionales. Y, que en cambio, sigan escuchando Barquito de Papel o Los pollitos dicen, como forma de preservar la inocencia y no quemar etapas.


Incluso, por acá se han producido varios discos de canciones infantiles clásicas versionadas en tiempo de reggeatón, interpretadas por artistas populares de moda. Y ya sabemos que ni esos discos ni ningún otro aparece comercializado en las tiendas a precios asequibles para los cubanos.

Pero, qué hacer cuando transitamos por las calles, vamos a lugares públicos, escuchamos los programas musicales de la radio y vemos la tv o en las fiestas y cumpleaños, y el reggeatón, generalmente con letras agresivas y hasta obceno, aunque no sea el caso del Daddy, es lo que llena el éter?


El asunto, por acá, se ha convertido durante años en tema de polémica, una suerte de qué fue primero si el huevo o la gallina. O sea, por mucho tiempo especialistas, periodistas, gente común, se ha visto involucrada en el dilema de si determinada música nos gusta porque se escucha, o viceversa. No pretendo echarle leña al fuego. Pero, no sobra decir que en ciertas ocasiones se nos impone la preferencia de los directores de programas, productores musicales, de quien manipula un equipo de música en lugares públicos o del vecino que decide amplificar el último cd adquirido.


Este hecho solo sirve para confirmar una verdad tan concreta como la vida misma: nuestros hijos se parecen más a su tiempo que a sus padres. No podemos mantenerlos ajenos a lo que sucede fuera de casa. Mientras tanto, quizás podremos exorcizar la “culpa” de algún modo, como enseñándoles a bailar y escuchar otros géneros musicales y que luego decidan cuál prefieren. Digo yo.

domingo, 24 de mayo de 2009

Guajira Guantanamera


Una lista conformada por las 100 melodías más reconocidas durante el siglo XX en el mundo incluía a la cubana Guantanamera entre las primeras. Y no es para menos. Cualquier escenario internacional o de nuestro archipiélago sirve para demostrarlo con solo dejar escuchar los primeros acordes. Su ritmo contagia y el público hace de improvisado coro.
Este tema del repertorio nacional se ha convertido, además, en símbolo de nuestra identidad, por lo cual no es fortuito que figure como muestra de solidaridad con Cuba en diversos actos y foros mundiales.
La Guantanamera fue escrita por Joseíto Fernández en 1929. Su historia asegura que en los inicios era tan solo un estribillo musical al cual se le agregaban décimas improvisadas.La popularidad de la canción le llegó alrededor de 1948 en lo adelante cuando su autor comentaba un suceso diario de la crónica roja. Joseíto cantaba por radio y esta música con su estribillo atraía audiencia.
Según coinciden los musicólogos e historiadores, a fines de la década del cincuenta, el músico cubano Héctor Angulo cantó la Guantanamera con los versos sencillos de José Martí en una fiesta en los Estados Unidos. De esa manera, la cantamos todos como una mezcla natural entra letra y música.
En esa festividad, se encontraba el cantante folclorista norteamericano Pete Seeger quien la incorporó a su repertorio. El conocido Carnegie Hall, de Nueva York, constituyó la plaza donde el 8 de junio de 1963 el mundo supo de esta melodía. Se dice que un gesto de solidaridad con la joven Revolución Cubana devino el lanzamiento de lo que es hoy una de las melodías más famosas e interpretadas en diferentes idiomas.

lunes, 2 de marzo de 2009

Kelvis Ochoa sube el calor a Las Tunas

Kelvis Ochoa llenó el teatro Tunas en la noche del pasado sábado y se fue a Guayabal a dar un concierto por donde se hiciera sentir el huracán Paloma, al sur de la provincia. No pude ir a verlo, entre otras cosas porque casi no recibió promoción, pero pedí información de cómo fue todo. Afortudamente, los espectadores y más que eso, los bailadores, no lucieron mal. Tampoco el artista, quien se sentía en deuda con la tierra donde dio los primeros pasos de la niñez hasta trasladarse a la Isla de la Juventud. Y ya se sabe que a la gente le gusta que los famosos recuerden sus terruños.
La primera vez que oí hablar de este jabao incandescente fue gracias a mis amigas capitalinas Liuba y Elaine. Como conocía los gustos musicales de ellas, me sorprendió verlas fanáticas de una onda que me pareció medio timbera y respondía al nombre de Habana Abierta. Lo que pasó después de oírlos, se supone: me apunté a la larga lista de seguidores de esos muchachos en conjunto o individualmente.
Mayor fue la sorpresa mía cuando intenté hacerme la descubridora del Nuevo Mundo y le mostraba la copia de la copia del disco a mis vecinos Carmen y Ernesto Ochoa. "Ese es mi sobrino Kelvis, hijo de Segundo mi hermano", dijo este otro Ochoa que vive en el primer piso de mi edificio. Entonces sí descubrí algo, ese detallito que llena de orgullo a unos cuantos tuneros: Kelvis Ochoa nació aquí y casi toda su larga familia paterna sigue por acá. Por demás, son miembros de una de las familias musicales más prestigiosas de estas tierras: los Ochoa. Así de pequeño es el mundo.
Para continuar con el tema de los asombros, uno bueno debe de haberse llevado el cantor al ver el teatro lleno y la gente coreando sus canciones, que casi no se radian o solo televisan unas pocas. Tampoco le pasa a él solo. Porque la gente se las ingenia para seguir a sus artistas, aun cuando no pueda pagar el altísimo precio de los discos.
Cuento, al igual que Kelvis, con que no tengamos que esperar otros treintaypico de años para disfrutarlo otra vez a su aire, desinhibido, guarachero y excelente músico como es este tunero de nacimiento.