Aunque no tan nuevo, el estrés es uno de ellos. De él se ha dicho por ejemplo que los adelantos tecnológicos, los cambios y las nuevas exigencias que ello genera, unidos al ruido y, a veces, la falta de comunicación, devienen causas de este fenómeno, que se ha identificado como “mal de la modernidad”. Pero, debe negarse por ello que no existió antes? O los expertos precedentes lo llamaron de otra manera?
Según algunas investigaciones publicadas recientemente, la ausencia de reconocimiento laboral se ha convertido en causa de estrés porque constituye una amenaza para la estabilidad y el bienestar. A todas luces crece el número de profesionales y técnicos necesitados de premios, traducidos en promociones o aumentos de salario.
Conjuntamente con el estrés, los entendidos han identificado otro fenómeno que causa tristeza, infelicidad y hasta limitaciones laborales: la soledad. En este plano de las emociones se plantea que el aislamiento no deseado puede provocar alteraciones del sueño, trastornos cardíacos y es un factor importante en el desarrollo de la depresión.
También en este caso se ha reconocido al desarrollo de las tecnologías, al exceso laboral y la incomunicación en el origen de tal padecimiento, al cual cada día se suman más personas y crecen las afectaciones muy negativas para la salud. Algunos expertos plantean que la soledad en sí misma no es un trastorno, pero sí constituye fuente de ansiedad, frustración e infelicidad, elementos que más contribuyen a la depresión.
Claro, esto no significa que en algunos momentos deseemos permanecer a solas con nuestros pensamientos, detenernos así a reflexionar en nuestras vidas, decisiones, en el futuro o concentrarnos en meditaciones e inspirarnos.
El asunto tampoco resulta novedoso, a pesar de que es ahora que atrae diversos pronunciamientos de la comunidad científica y hasta especialistas de
Los ancianos devienen un grupo vulnerable en asuntos como este. Sin duda alguna, dictar una receta no ayuda en la solución de este tema. La soledad es una experiencia subjetiva. Rodearse de personas no constituye tampoco una respuesta.
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