miércoles, 3 de febrero de 2010

La traducción de la tragedia en Haití


Cada periodista enviado a brindar cobertura a los efectos del terremoto del pasado 12 de enero en Haití quiere ponerle rostro a la catástrofe. Pero, hacer el retrato de la devastación con la voz de niños, mujeres, ancianos, hombres, autoridades, socorristas... exige la ayuda de alguien que les preste el servicio de traducción: del creole o el francés al castellano, al inglés. Por eso, desde los primeros momentos tras el desastre, los haitianos instruidos o medianamente conocedores de otra lengua, se ofrecieron como empleados de quien llegaba y así ganar algo en la dura supervivencia que les implantó la naturaleza.
Para los cubanos, que tenían una brigada educativa allí, además de la médica, este personal docente se dedicó a apoyar a los periodistas y otros recién llegados de nuestro archipiélago para ayudar a la vecina nación caribeña. Entre esos traductores que han permitido enriquecer los reportes de los informadores, facilitar en buena medida la comunicación de los médicos y registrar para los cubanos las declaraciones de las autoridades haitianas, se encuentra el tunero Raúl Sánchez Cortina, quien se desempeñaba como vicecoordinador de la Misión Educativa y quedó al frente de la brigada, al regresar a Cuba lesionado durante el sismo su coordinador principal.
Por correo electrónico accedió a intercambiar su experiencia, en medio del ajetreo que les demanda las actuales circunstancias:
"Este es mi tercer año en Haití, escribió, pues ya estuve aquí en una tarea similar en los años 2000 y 2001. Esto me
ha permitido familiarizarme mucho con la lengua materna de los haitianos y poder traducir con relativa facilidad. Yo debía salir de vacaciones el 24 de enero. Desde que pasó esto, supe que mi puesto como soldado de la Revolución era al lado de mis compañeros ayudando al pueblo haitiano. Aquí estaré en las tareas que se me asignen."
La fatídica jornada del 12 de enero no trascendía demasiado entre los días de trabajo que viven nuestros colaboradores fuera del país. Raúl había terminado de distribuir materiales para la alfabetización en la comuna de Croix des Bouquets. Le quedaba tiempo a la tarde y a su regreso a la capital se dedicó a actualizar documentos de rigor. Sobre las 4:45 pm entró a bañarse en la casa que comparten los integrantes de esta brigada. Entonces vivió una experiencia que de seguro no olvidará jamás.
“En el momento del terremoto me estaba terminando de bañar, sentí un ruido inmenso y todo comenzó a tambalearse. Fue un minuto muy, muy largo. Estaba seguro de que el baño situado en el tercer nivel de la casa se derrumbaría conmigo dentro. A penas podía avanzar hacia la puerta pues las sacudidas eran tan fuertes que no me lo permitían. Al llegar a la puerta estaba atascada. Solo cuando paró la primera gran sacudida pude abrirla, me puse un pantalón y salí a la sala de estar donde tres compañeras se mantenían como paralizadas, aferradas al marco de una puerta. Les grité que corrieran fuera inmediatamente. Yo salí detrás de ellas. Fui el último en salir de la casa que realmente ya estaba hecha pedazos, aunque no se había derrumbado.
“Todos corrimos hacia la calle, para protegernos lo más posible de nuestra casa y las otras aledañas que amenazaban con caer. Allí permanecimos durante las numerosas sacudidas siguientes. Una gran nube de polvo cubría todo Puerto Príncipe y los gritos y el clamor de las personas llegaban como un rumor sordo desde todas partes. Sobre las 9:00 pm se trasladaron a las mujeres y a los dos lesionados hacia la embajada de Cuba. En la casa quedamos tres compañeros para cuidar las pertenencias de los saqueos que suelen generarse en medio de estos desastres. Durante toda la noche no pararon las sacudidas."
Desde ese instante, Raúl ha visto cadáveres por doquier e insiste en que a las imágenes horrendas que se ven les falta algo que no se puede apreciar: la fetidez horrible que sale de los montones de escombros. Cada día, se levanta muy temprano y se acuesta bien tarde en la noche. Su voz la hemos escuchado en francés o en español muchas veces en los reportes de la Televisión en un servicio que los periodistas y los espectadores le agradecemos por ayudar a darle voz a la tragedia.

En las imágenes: Raúl, al centro, traduciendo a periodistas cubanos. La segunda, durante un encuentro con facilitadores haitianos, antes del terremoto.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

En esta devastadora situación que atraviesa Haití, la figura del traductor e interpréte es de importancia vital para que, a través de una comunicación fluida, se pueda ayudar de cualquier modo posible a que el país siga adelante.

Me alegra saber que los colegas de profesión de estos pares de idiomas ponen lo mejor de su parte por ayudar.

Sobre esta cuestión escribí algo aquí:http://blog-de-traduccion.trustedtranslations.com/los-traductores-e-interpretes-tambien-podemos-ayudar-a-haiti-2010-01-22.html

Un saludo,

Regina.

El sitito de Iris dijo...

Muchas gracias, Regina, por tu comentario. Ahora mismo sigo tu enlace. Hasta pronto.

Lola dijo...

Mi querida Iris: Cuanto me alegro de leerte y comprobar que la gran desgracia de Haití no se olvida y además nos hermana, ya que cubanos y españoles están trabajando mano a mano. Yo, como tú, llevo a los haitianos en el corazón. Un beso Lola

Professor de Español CAM dijo...

No debe haber sido nada fácil para Raúl, pero ha ganado otro mérito, además del que nos caracteriza a los docentes cubanos y sí con una nueva tarea, de porner su voz al servicio de la salud.
Por aquí nosotros seguimos bajo agua después de las seguidas lluvias que ya pasan los 44 días sin parar.
Un abrazo desde el sur

El sitio de Iris dijo...

Hola, amig@s. Gracias.
Lola, esta tragedia nos ha calado y noto en los medios de prensa digitales que Haití ha bajado su perfil, tal como se pensó. Qué lástima por su gente! La presencia de quienes han ido a ayudar sigue siendo notable, menos mal.
Jorge, después que intercambié los mensajes con Raúl supe que había sido mi profesor de francés hace un poco más de 10 años. Lo supe cuando lo vi en las fotos. Las imágenes que me envió de los primeros días tras el terremoto, son terribles, bueno, como casi todas las publicadas.
Un abrazo.