jueves, 15 de julio de 2010

Cuando tiembla la tierra


A lo largo del tiempo hemos sido conscientes de que Santiago de Cuba vive en un movimiento constante por los temblores de tierra, como si pretendiera sacudirse un viejo traje. 
De hecho, la leyenda popular ha alimentado verdades sobre el peligro potencial por su localización, y más allá a la región suroriental, y el imaginario popular le ha incrementado como si esa certeza no bastara. Pero casi todos, incluidos los residentes en la provincia indómita, lo consideraban un elemento pintoresco, de identidad, similar a su acento al hablar, al espíritu guarachero o a las altas temperaturas de la zona. Así lo apreciábamos hasta el fatídico 12 de enero de este año.
Dicen algunas personas que cuando la atmósfera está despejada y hay buen tiempo, desde la punta Este del archipiélago cubano se divisa el reflejo de las luces de Haití. Por eso cuando las noticias, y en particular las imágenes crudas de la devastación del terremoto llegaron a nosotros, lo sentimos con intensidad en el alma, tanto por la cercanía humana, geográfica, como histórica que nos ha unido a aquella isla compartida con República Dominicana. Y los temblores de tierra dejaron de ser acá solo un rasgo distintivo, para cobrar dimensiones de seriedad, incluso en Santiago de Cuba.
Nuestro país pertenece a la región sísmica del Caribe y, a su vez, posee dos zonas sismotectónicas asociadas a las llamadas fallas de interior de placas, con características diferentes: la suroriental, perteneciente a la Bartlett- Caimán, y la del resto del territorio insular.
Los expertos advierten sobre el aumento de la actividad sísmica del planeta en la última etapa. Propiamente este año, el continente americano vivió después de la inolvidable desgracia de Haití, un terremoto en Chile. Y, ya sabemos que nuestro país no está exento del riesgo de ocurrencia de uno de estos eventos.
En particular, Las Tunas no es de las provincias de mayor sismicidad, aunque tampoco queda excluida totalmente de las probabilidades y se calcula que, por sus características sismotectónicas, pudieran registrarse aquí eventos de hasta 7 grados. Las estadísticas manejadas por la Defensa Civil manifiestan sucesos aislados por acá, en las fallas de interior de placas de la zona Baconao- Cubitas con intensidad inferior a los 6.0 grados en la escala de Richter, y fueron registrados: en Jobabo, en 1967, de entre 5 y 6 grados; Las Tunas, en 1976, 3.1 grados; y Puerto Padre, en 1980, de 3.9 grados, en 2007, 3.6, y en 2010, 3.6, por lo común no fueron perceptibles. Los que sí se sintieron fueron ubicados en Gibara y Nuevitas.
La preparación de las autoridades para proteger a sus pobladores y los recursos de la economía van más allá de las probabilidades de un terremoto. Están encaminados, principalmente, a los efectos de un potencial maremoto que se originaría tras un sismo en la región caribeña. Se pronostica que tales fenómenos en lugares relativamente alejados de Cuba, podrían causar inundaciones costeras por penetraciones del mar, fundamentalmente en las zonas bajas del territorio, según han reconocido las autoridades de la Defensa Civil.
Mientras tanto, quizás muy dentro de nosotros, cada uno hace su rezo para ese momento no llegue.

5 comentarios:

Lola dijo...

Te veo por aquí y lloro de contenta. Ya estás entre nosotros como debe ser.
Los terremotos son espantosos y espero que tu pais se libre de ellos. Nadie estamos a salvo de una desgracia de la naturaleza. Yo me sigo acordando mucho de Haití, que por las noticias que tengo sigue igual de mal.
Te mando un abrazo y todo mi cariño, Iris. Besito de Lola

Lola dijo...

Te puse ayer un comentario y venia por la respuesta. No se que ha pasado. Te decía que espero que no llegue nunca un terremoto a tu vida, que después de lo de Haití ya es suficiente. Allí siguen con muchos problemas por lo que leo.
Ya me contarás de tu vida. Un besito Lola

El sitio de Iris dijo...

Hola, Lola, querida amiga. Gracias por todo y por seguir por aquí. Pues sí, he recuperado el entusiasmo para actualizar el blog, aunque la conexión no es del todo buena todavía. Pero, prometo no irme otra vez.
Con lo de los terremotos, por acá vivimos acostumbrados a que tiemble la tierra, pero sin mayores efectos. Después de lo de Haití, sí nos asustamos. Como dices, ojalá todo quede en anécdotas lejanas. Besossss

Lola dijo...

Quiero noticias tuyas....... Besos Lola

El sitio de Iris dijo...

Querida amiga. Pasé por tu blog y dejé un comentario. Gracias por la preocupación. Estoy medio intermitente, pero sigo aquí. Un besote.