lunes, 14 de octubre de 2013

Sin prisa, pero cambiamos

El cambio de mentalidad que debe ocurrir en Cuba para ver los resultados de la actualización del modelo económico tan aclamado, tan esperado, llega de maneras sutiles. Conozco una recién graduada universitaria, de apenas 22 años de edad, que se costeó la ropa para la discusión de su tesis de diploma y para la graduación. Las cubanas sabemos que bajo ningún concepto ambas indumentarias pueden ser iguales y también sabemos que no deben ser baratas, pero esa vanidad no es el punto ahora. Mientras mamá y papá se encargan de esos gastos o alguna tía desde otro país, esta muchacha encontró su modo propio de hacer la erogación. Se apareció un día de sus vacaciones en la puerta de una de las paladares más conocidas (y caras) de la ciudad para pedir trabajo. Mientras sus coetáneas se doraban -o achicharraban- en la playa, gastaban sus mesadas en la discoteca o inventaban excursiones a otras provincias, mi conocida tomó otra decisión.
Ya antes me habían contado de una enfermera que decidida a mantener su vocación y compensar que no le alcanza el salario, vende frutas y vegetales en su tiempo libre en un punto de la agricultura. Tal vez no descanse lo suficiente, pero seguro han disminuido los dolores de cabeza por las exigencias de la economía hogareña y cuida de sus pacientes con una preocupación menos: las necesidades básicas satisfechas en casa. Las protagonistas de mi historia -ambas muchachas y no por feminismo... deben haber otros muchos jóvenes- podrían haber elegido caminos fáciles para ganarse la vida, como también hay muchos por ahí. Irían tal vez al mercado negro, al mundo oscuro donde no pocos buscan ?salida? a sus problemas. Pero eligieron la vía de la honradez y de la dignidad, antes de sucumbir ante la queja y la amargura. Desde que conocí ambas experiencias, admiro a estas personas que, como si fuera poco lo que significa trabajar, apuestan por ser atrevidas, valientes. Ya sé que en otras latitudes estas son prácticas que de tan comunes no ocupan ni una línea en un blog, pero no en Cuba y mucho menos en provincia. Desde que somos pequeños, y al nacer con el derecho a una Educación gratuita y obligatoria, nos dicen que nuestro único deber es estudiar. A partir del Período Especial, muchos jóvenes simultanearon lápices con serruchos y azadones. Pero fue la aprobación del pluriempleo el que ha ofrecido respaldo jurídico para alternar el estudio y el trabajo remunerado. Estas veinteañeras son una lección para quienes se regodean en la frustración porque las limitaciones económicas pesan en sus sueños. Quedarse en la esquina "para inventar" o burlar la legalidad no garantizan la tranquilidad de lucir una ropa costosa ganada con sacrificio y decencia.

2 comentarios:

Jge dijo...

Hola Iris, como siempre, me gustó tu escrito.
Una cosa muy común en muchos países del mundo es el funcionamiento de las universidades en horarios nocturnos lo que le permite a las personas, especialemnte a los jóvenes, trabajar durante el día y frecuentar las aulas en los horarios mencionados.
Saludos, Jorge

andres dijo...

isis me gusta lo que escribe un beso