lunes, 21 de julio de 2014
Se vende esta casa
Cuando se camina la ciudad a una le parece que vive entre carteles. Vistosos, ocres, impecables, infames, minúsculos, ostentosos, intrascendentes…. Anuncios de servicios, ventas de productos, nombres identificativos aparecen de un lado a otro, pero los que sobresalen por el número y la variedad de las formas son los referidos a la venta de casas.
No obstante, aunque abundantes, casi la mayoría está hecha con apuro, sobre un cartón y caligrafía rápida que espera (aspira) a la brevedad, porque quién podría proclamar tal propósito si cree que demorará en llegar a un acuerdo.
Entonces, nos parece como si todo el mundo vendiera su morada a juzgar porque en casi todas las cuadras un vecino muestra su intención de ese modo. Luego llega la pregunta: ¿realmente se venden? ¿a qué ritmo? O, ¿esos avisos existen por si alguien se anima a vaciar sus cuentas bancarias o por si de pronto ocurre el milagro y llegara el gran postor interesado?
En este asunto es fácil advertir un círculo (no sé si vicioso) que provoca el actual inmovilismo en el mercado inmobiliario. Muchos compradores potenciales esperan vender sus propiedades para adquirir otra en diferente lugar o condiciones constructivas.
¿Quién pondría los precios iniciales? Eso nadie lo sabe, estoy segura. Pero hubo un mortal entre nosotros que decidió valorar las viviendas en CUC y tomó como referencia algún catálogo de las inmobiliarias de Manhattan, porque aun cuando la compra venta de casas era ilegal, ocurría y se efectuaba en moneda nacional, a precios similares a los fijados por el Estado.
De ahí que el precio de un buen chalet de una cabecera provincial oscilaba entre los 75 mil pesos o un poco más (3 mil CUC!!) Ahora con esa cantidad, en similar ciudad, encuentras un minúsculo habitáculo esperando tiempos mejores para terminar y localizado en algún barrio alejado de las rutas de guagua. Y en esto pasa similar a la ropa reciclada, existen ofertas de primera, de segunda o de varias manos que depende de cuántos miles les ponga alguien al valor inicial, cuando la propone, para sacar su tajada en el negocio.
Muchas personas opinan que la venidera unificación monetaria contribuirá a bajar el actual precio de los inmuebles. Otras cifran sus esperanzas en la relativa lentitud en que ocurre ese fenómeno en estos momentos y que sucederá como en las tiendas: una rebaja por lento movimiento. Sin embargo, los más creen que el Estado deberá fijar un monto para que las casas tengan un precio acorde con el país que habitamos y, en definitiva, se vendan y se compren.
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1 comentario:
Hola Iris, como siempre muy bueno y oportuno tu análisis. Pienso que lo que no hay es noción de precios, ni los catálogos de aquí, ni los de allí ni los del más allá colocaría un anunciode precio como los que tenemos en la isla, eso sin comentar la venta de los carros por parte del Estado. Como siempre, el cariño para ti y los tuyos, Jge
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