miércoles, 4 de noviembre de 2015

Cuando las canas son más visibles... socialmente hablando

El hecho de que la población cubana envejezca al punto de constituir un desafío para la sociedad muchas veces se publica asociada al logro de mostrar las tasas de mortalidad infantil, natalidad y esperanza de vida al nacer similares a las de países altamente industrializados. Sin embargo, las medidas, acciones que en todos los órdenes este fenómeno demanda se encuentran en estudio o no se aplican concretamente en la vida cotidiana. Es común que el tema se trate solo como cifras, proyectos y no como la vida de cientos de miles de personas y familias afectadas.
Solo los núcleos familiares con ancianos saben a ciencia cierta lo que significa que cada vez sea más difícil encontrar a personas dedicadas al cuidado doméstico de los mayores, para que los restantes integrantes puedan seguir trabajando y tener una vida plena; o que el precio del transporte público y todos los servicios sea igual para quienes reciben un salario holgado y el de quienes viven de su chequera. Muchas veces los jubilados deben esperar más allá de la fecha prevista para el cobro de su pensión, hacer largas colas en las sucursales bancarias -aunque es válido reconocer que es en este aspecto donde se ha apreciado cierta mejoría en los últimos años con los cajeros automáticos, por ejemplo.

Desde el punto de vista económico no es solo un reto en el plano hogareño, sino macro, porque obviamente las personas que ya aportaron al desarrollo del país y viven de la Seguridad Social se sostienen a partir de los bienes que puedan aportar los jóvenes. Y ya sabemos que la mayoría de las mujeres en edad fértil quieren tener un solo hijo, o muchos cubanos emigran en edades productivas y reproductivas.
Pero la percepción de la ancianidad no se ve como una edad para venerar, respetar, necesitada de protección más allá de estrategias gubernamentales. Ya va siendo raro que les cedan el asiento en las guaguas, que sus familias les preste atención para conversar, para tomar decisiones.  Crear círculos de abuelos o hacer ejercicios en las mañanas no deben hacernos creer que hay algo resuelto. Y por otro lado, la familia no debe andar sola en el cuidado de los adultos mayores, sino recibir apoyo institucional, servicios que favorezcan esa atención.
“En una estructura económica de un país como Cuba, tener una población cada vez más envejecida significa más necesidades en el orden asistencial, de servicios de salud, de calidad y confort de vida. Pero también mayor consumo, y aumento en la demanda de transporte; y la necesidad de eliminar barreras arquitectónicas, por ejemplo. De ahí que el envejecimiento en este aspecto será un fenómeno más o menos problemático”, aseguran directivos.
Los 28 Joven Clubes de Computación de Las Tunas han dado pasos apreciables para ofrecer programas a los ancianos, a partir de las demandas por adquirir conocimientos sobre informática en las cátedras del adulto mayor. Los Geroclubes llenan ese espacio y sus integrantes en las comunidades no solo aprenden y crean sus propios archivos en Power Point, Excel o Word, sino reclaman el dominio de la tecnología celular, Android y de la wi-fi.

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