martes, 13 de enero de 2009

Asuntos de cada día

Hay quienes fuera de Cuba extrañan el claxon de los automóviles, el ronroneo de los camiones, las motos ruidosas, las conversaciones en alta voz, hasta los desvelantes ensayos de las congas previos a un carnaval, junto a todos esos sonidos que forman parte de nuestro paisaje ruidoso y al cual nos hemos acostumbrados a veces con impotencia.
Mas, es esta una situación atípica dada por la distancia geográfica y la añoranza por la Patria, sensaciones conocidas por quienes ponen mar de por medio y se alejan algún tiempo.
En el andar cotidiano por las esquinas de las ciudades cubanas una encuentra personas inconformes con situaciones que muchas veces su solución solo depende de la voluntad de nuestros semejantes, de su educación, de la capacidad para vivir en sociedad o de otro factor tan inabarcable y deseado como la cultura de otros.
Hecho número 1: Una viaja en un vehículo y debe mantenerse detrás de un camión tan rodeado de humo que es menester detener la marcha y esperar a que aquel se aleje.
Hecho número 2: Los conductores dejan estacionados los carros durante varios minutos, que parecen horas, con el motor en funcionamiento y un notable escape de gases para el ambiente.
Conozco la experiencia de una escuela Primaria, cuyos estudiantes se tomaban tan en serio la protección del medio natural que llamaban la atención a los choferes en esos casos y exigían medidas más drásticas para evitar la emisión de esos gases contaminantes a la atmósfera. El control del estado técnico de los medios de transporte debía incluir la prohibición de transitar con semejante afectación al aire que respiramos.
Las imágenes conocidas de la capital mexicana envuelta en el smog constituyen un alerta para impedir que se convierta en una visión reiterada de nuestras ciudades. Además de evitar la necesidad de los “tomadores” de oxígeno existentes en algunas urbes altamente desarrolladas para purificar la respiración. Y, por otro lado, es notable la incidencia de la calidad del aire que inhalamos con las enfermedades respiratorias.
Tanto como el acto de fumar en lugares públicos y concurridos, en estos casos se manifiesta o no el respeto por la vida ajena y la propia. Y más que esto la sensibilidad de quien en un acto decide la calidad del aire que otro respira.

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