lunes, 19 de enero de 2009

Sexualidad con uniforme escolar

En los últimos años, ha dejado de ser un secreto que los y las adolescentes comienzan sus relaciones sexuales cada vez a más temprana edad. El fenómeno posee diversas causas, pero los especialistas en Cuba han notado el hecho de que subsisten situaciones no correspondidas con la creciente cultura general y los niveles educativos alcanzados en el país.
Entre esas causas, por ejemplo, se alega la prevalencia del machismo y una dominación masculina que impide a la muchacha autovalorarse y tomar decisiones responsablemente, como decir “no” cuando todavía no se siente preparada. El machismo –en su esencia- se sustenta en la pérdida de la autoestima. Las mujeres que lo secundan ven en el hombre un resumen de fortalezas y se dejan fascinar por un halo de dependencia. Se olvidan de las potencialidades propias frente al sexo opuesto y asumen que “tiene que ser así”.
Durante períodos anteriores estos fueron asuntos de debate en el plano de la sociedad. Con la incorporación de la mujer al trabajo y la participación activa y paulatina del hombre en las tareas domésticas, estos aspectos quedaron opacados en la palestra pública. Otras cuestiones neurálgicas ocuparon los lugares de mayor importancia, como el ascenso de las mujeres a cargos de dirección o la paternidad responsable y el derecho de ellos a la licencia para el cuidado de los hijos.
El hecho de que se dejara de hablar constantemente del tema no significa que esos rezagos desaparecieran, ya se sabe cuán enraizados se mantienen en la cultura, en la tradición y en nuestra idiosincrasia. Ahora se retoma ante cifras que implican a las púberes y adolescentes.
El temor a perder a la pareja o a sentirse fuera del grupo, a veces lleva a las adolescentes a mantener sexo desprotegido, contraer infecciones de transmisión sexual e, incluso, a quedar embarazadas cuando no lo desean, según los expertos. E insisten en que estos elementos constituyen indicadores de la calidad de vida de la población e impiden condiciones idóneas para el aprendizaje docente.
En la actualidad, tener en casa hijos o hijas en la adolescencia para algunos se ha convertido en un estado de zozobra permanente ante el temor a que les “toque” a uno de ellos o ellas. Y eso no tiene por qué ser así con respecto a esos momentos de la existencia que casi todos recordamos hermosos.
Algunas familias dejan todo a la escuela o se conforman con decir que “la calle está mala”. Tampoco faltan quienes cuestionan el hecho de tratar estos temas abiertamente, bajo el argumento de que así se estimula la curiosidad. El precio de la ignorancia o el desconocimiento podría ser mayor.
Los estudiosos aseguran que la percepción del riesgo es baja en estas edades. Y, además, que no existe una correspondencia entre lo que conocen los muchachos y muchachas y la aplicación en su conducta cotidiana. Es decir, ellos y ellas en ocasiones saben, pero hacen como si no importara.

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