martes, 17 de febrero de 2009

El lenguaje de género en la vida

Hace un tiempo, mi hija mayor, Sofía, de 4 años, me hizo pensar nuevamente en algo que venía escuchando: la aplicación del llevado y traído tema del lenguaje de género. En cierta ocasión, para hacerla razonar de por qué debía acostarse temprano en la noche, le dije: “los niños no ven telenovelas”. Y ella, ni corta ni perezosa, replicó: “los niños no, pero las niñas sí”.
Quizás por desconocimiento, algunas personas consideran que el uso del artículo masculino y femenino para hablar de trabajadores, estudiantes, hombres y mujeres, hembras y varones, es un esnobismo o capricho de las feministas. Hasta esta última palabra ha cobrado una connotación radical para relacionarla con quienes se manifiestan casi como enemigas de los hombres y no, como es en la realidad, para aquellas enemigas de la discriminación de las mujeres.
No pocas reacciones al respecto coinciden en que “la palabra hombre incluye a la mujer”; “quieren cambiar hasta la lengua”; “eso es un asunto trivial para dedicarle análisis”; “así se economiza el lenguaje y el papel”, “de esa forma ha sido siempre, por qué modificarlo ahora”, entre otras muchas opiniones.
Sin embargo, quienes investigan sobre estos temas refieren que, al ser la lengua un reflejo de la sociedad que las habla, si en ellas se advierten hechos o actitudes sexistas puede relacionarse con una sociedad discriminatoria hacia la mujer. Y convenimos en que no es el caso de la cubana, donde existen amplias posibilidades y espacios para hombres y mujeres, juntos, y donde se promueve, por encima de la igualdad a ultranza, la participación equitativa en la vida.
Tampoco podemos negar que, en ocasiones, las generalizaciones pueden hacer invisibles a las mujeres.Sin que constituya un secreto sotto voce, la mayoría ha asimilado la crianza y formación de los hijos como un asunto de las progenitoras. De hecho, las consideraciones laborales ante caso de enfermedades de los vástagos las recibe la mamá, casi nunca el papá. Visto como una conquista social en Cuba, el hecho de que a los padres se les autorice el cuidado de los hijos en los hospitales constituye un paso adelante en la construcción de una cultura de encuentro y no de separación de papeles.
La certeza de que el lenguaje, en el tema de marras, no es una cuestión meramente lingüística, sino también social, se refleja de manera similar en el hecho de la incorporación paulatina de vocablos para clasificar a una mujer en funciones tradicionalmente desarrolladas por hombres: presidente y presidenta; dirigentes y dirigentas o profesor titular y profesora titular. Es decir, primero ocurre en la sociedad y luego lo aplicamos al habla, sin temores.

3 comentarios:

Jge dijo...

Hola Iris, es imnegable el papel que ha asumido la mujer dentro de la sociedad en los últimos tiempo, no creo que cuando nos referimos al "hombre" como ser, sea una forma de machismo. Machismo es lo que, por nuestra cultura, cuando regresamos del trabajo, nosotros, los varones, nos sentamos a leer el 26 o cualquier otro medio de información y la mujer tiene que ir directo para la cocina, a romperse la cabeza, con los preparativos de la comida, el baño de los hijos, la ropa para el próximo día [...], y el hombre? continúa sentado frente a la tv, muchas veces viendo la Mesa Redonda sin importarse, con quien va a poner la mesa cuadrada o redonda porqué no, un poco más tarde...la diferenciación de los términos, hembras o machos,hombre o mujer, últimamente empleados, no han hecho ninguna diferencia
Abrazos

El sitio de Iris dijo...

Tienes toda la razón, Jorge. En otros post comenté que muchas piensan que la liberalización de la mujer lo que ha logrado es más trabajo para nosotras, porque trabajamos en la calle y en la casa todo sigue igual... de amas de casa. Un abrazo.

Jge dijo...

Coloca el macho a trabajar también en las tareas de la casa, rsssssssss