viernes, 25 de septiembre de 2009

Nacida para esculpir


Para los ciudadanos de Las Tunas, Rita Longa, Premio Nacional de Artes Plásticas en 1995, evoca un recuerdo muy cercano, pues en esta capital provincial está ubicada una de sus obras de mayor relevancia y motivo de admiración popular: la Fuente de Las Antillas. Pero, no solo por esa razón.
De alguna manera cada región del país tiene su huella con obras funcionales, religiosas o decorativas, generalmente situadas en plazas, parques, edificios, fuentes. Hasta su muerte, hace apenas pocos años, a los 87 años de edad se mantuvo fiel a la historia y a lo auténticamente cubano y así lo llevó a sus c
reaciones. Este elemento la convirtió en una artista popular y reconocida en la geografía nacional.
Rita manifestó vocación artística desde los primeros años de su vida. Ingresó en la academia capitalina de San Alejandro en 1928 de la cual guardó como recuerdo gratificante su contacto con el modelado y el barro que la marcaron para siempre. Desde su primera exposición en la década del 30 exhibió el espíritu renovador que vivía el arte, sobre todo la pintura de aquella etapa.

Según los críticos, siempre fue una mujer de vanguardia, echó a un lado los prejuicios inherentes a la relación entre las artes plásticas y la feminidad. Consideró el mármol su material de trabajo preferido porque "me gusta lo difícil", dijo. Escogía los temas de acuerdo con el lugar en que se emplazarían sus obras, como diría en una ocasión "buscaba el hábitat ideal para sus creaciones".

A partir de la década del 40 nunca más se le separaría de los espacios ambientales, hizo de la estilización de las formas y el decorativismo sus mejores armas. De ese modo Rita Longa marcó pautas en la escultura cubana, impulsó el movimiento artístico en esta manifestación y entró para siempre en la cultura nacional. De su talento bebieron los nacidos en esta parte del Oriente cubano.

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