jueves, 22 de octubre de 2009

Los pre en el campo van a la calle

  • Hasta el pasado período escolar la enseñanza preuniversitaria en Cuba se cursaba en instituciones ubicadas en el campo. El traslado paulatino de esta matrícula hacia la zona urbana es una de las más importantes transformaciones del sistema educacional.
Las maletas de madera en Cuba quedaron como un símbolo de las escuelas en el campo y al campo. El surgimiento de los planes de becas hace más de cuatro décadas inspiró una canción de Silvio Rodríguez (La nueva escuela), y llenó nuestro Archipiélago de una punta a la otra de edificaciones tipo Girón, para fundar los preuniversitarios.
Era un modelo constructivo clonado de provincia en provincia, mayoritariamente con dos edificios (uno docente y otro de dormitorios) unidos por un pasillo bajo y otro elevado. Y, el régimen de internamiento de los alumnos garantizaba acudir a las labores agrícolas en la sesión contraria a la de clases.
Ahora, se trata de acercar a los estudiantes a sus lugares de residencia, como una solución ante la situación económica mundial, por la insuficiencia de recursos para garantizar la alimentación y otros materiales de todos los bachilleres, y elevar la responsabilidad de la familia en la formación de los adolescentes, según han reiterado los directivos del sector.
Esta reorganización no impedirá mantener el vínculo estudio trabajo, propósito impulsor a partir de una idea martiana. Lo desarrollarán en un mes de tareas socialmente útiles. Hoy, el sistema interno de los preuniversitarios va quedando reservado para la historia.
La escasa rentabilidad de la presencia estudiantil en el surco, el alejamiento del hogar, el matrimonio y el embarazo en la adolescencia, también ayudaron a tal decisión. Incluso, un número elevado de muchachos y muchachas cambiaron la opción de ir a la Universidad, por acudir a un Politécnico y obtener un título de nivel medio, porque estos les permitían quedarse en las ciudades o cerca de casa.
La enseñanza media superior sigue vestida de azul o carmelita, pero se muda a las ciudades. Toda una generación de nacidos en Cuba, se formó en los preuniversitarios en el campo, algunos incluso se separaron de sus familias desde la Secundaria, con tan solo 11 ó 12 años, como yo. La lejanía de mi escuela con mi vivienda, de una provincia a la otra, impedía además acudir con frecuencia.
A esta experiencia agradezco la independencia, quizás demasiada, la autonomía para tomar decisiones, y que mis padres me becaran en una de las mejores escuelas del país en ese momento: la Vocacional José Martí, de Holguín, ubicada en una suerte de elite después de la Lenin, en La Habana.
Sin embargo, reconozco la importancia de permanecer al lado de la familia en una etapa tan crucial de nuestras vidas como es la adolescencia. De hecho, este asunto se reflejó en una de las misas del Papa Juan Pablo II en su visita a Cuba en 1998. Creo que la de ahora será la mejor decisión para la familia, los estudiantes e, incluso los profesores, al poder concentrarse en su tarea docente y no en llevar a los alumnos al campo, cuidar la higiene de los dormitorios, cumplir con guardias nocturnas o velar porque se realizara el autoestudio. O, más que eso, hacer el papel y asumir la responsabilidad que les corresponde a los padres.

3 comentarios:

Jge dijo...

Por allá por los años setenta fui uno de los internos de las escuelas en el campo, en La Hortaliza, escuela Jesús Suárez Gayol, donde después de la construcción de las ESBEC, Hortaliza 1, 2, 3, 4, La Suárez Gayol, popularmente conocida, se desactivó y dio lugar a la Dirección Administrativa del Plan Hortícola de la región.
En aquellos tiempos, para nosotros, los salidos del poblado Dormitorio, en Hermanos Mayo, todo era nuevo, en la época la escuela era muy bonita. Por las mañanas, después del desayuno el director Mayo y los profesores de guardia nos orientaban a la limpieza del centro, formábamos, desayunábamos y los que estudiábamos en horario matutino nos dirigíamos a las salas de clase, los del horario vespertino iban para el campo.
Una de las labores que más nos gustaban, era la de hacer autoservicio, fuera en la cocina o en el albergue de cuarteleros, claro teníamos nuestras ventajas, sobretodo los de la cocina.
Por las noches permanecíamos en las salas estudiando, casi siempre solos y hasta las diez de la noche realizando nuestras tareas, a esa hora con un pedazo de hierro se les daban unos golpes a un disco de arado, era la hora de dormir. Lo más pesado, era cuando a las seis de la mañana, la campana, como se le llamaba al disco de arado, nos daba el de pie.
Siempre había quienes no soportaban el régimen del centro. Recuerdo como el director, Mayo, con todos los alumnos delante en formación, cada inicio de curso, decía “Sólo los cristales se rajan, los hombres, mueren de pie” era un llamado para no abandonar la escuela “rajarse” lo que significaba abandonar la escuela.
Todo no era así tranquilo, algunas veces hacíamos cosas para librarnos del autoestudio nocturno […]
Aún recuerdo a algunos profesores, Miguelito de literatura, Alexis, de historia, Elio Área, secretario o subdirector, Pucha, una morena, una cubana “bien formada”.
Pienso que como estudiante de ese tipo de centro, contribuyó y mucho en mi disciplina y hábitos que hasta hoy, a más de 30 años conservo, son cosas que en la vida profesional también contribuyó bastante.
Hace pocos años visité La Hortaliza 2, ya las condiciones no era las mismas, los albergues, los baños eran lamentables, era necesario la desactivación de ese tipo de centros, el alto costo, nuevos intereses de los estudiantes, otra etapa histórica…
Creo que lo que con lo que no se debe terminar es con la participación de los jóvenes en las labores agrícolas, así cada uno sabe de dónde “sale el pan que se come” siendo cada vez más concientes de la cooperación, la necesidad de producir, tener responsabilidades y obligaciones, tanto consigo como con la sociedad.

El sitio de Iris dijo...

Hola, Tunas- Cuba-Sao Paolo. Gracias por contar tus vivencias. Creo que las personas que se becaron cuando surgieron estos planes, o cercano a esa fecha, tenemos un recuerdo más romántico de estas escuelas. pero, las dificultades económicas y su implicación en la sociedad, en los valores, etc, llevaron al declive esta idea, los muchachos ni siquiera iban ya al campo porque le daban pérdida a la Agricultura y a Educación. Casi ninguna familia apoyaba a los estudiantes que querían ir al pre para luego seguir a la Universidad y preferían que fueran a los politécnicos u otras opciones sin ninguna vocación. Yo también tengo buenos recuerdos de mi etapa becada de Secundaria y pre 1982- 1988. Gracias y nos seguimos "viendo" por aquí.

Jge dijo...

Buenos días Iris.
Realmente para nosotros esa época de escuelas al campo fueron un poco “románticas”, claro, los tiempos eran otros, creo que éramos más inocentes, llenos de fantasías y con grandes desafíos a ganar, no sé si era porque era guajiro, del poblado de Dormitorio. En esa época, recuerdo, algunas veces, “no muchas, ok?”, jajajajaja, nos fugábamos de la escuela y nos íbamos hasta el Cine Yariguá, el cine a cielo abierto en la Feria. (también nos sorprendieron algunas veces) Recuerdo, entre nosotros los filmes más populares, eran los de aventuras, cuántas veces nos escapamos para ver “La Corona del Imperio Ruso (la vi "n" veces”, las películas de Alain Delón, las famosas “Tres Avellanas para Cenicienta”, “El hombre Anfibio (uffff)”, entre otras, cada una, valoro hoy, más boba que la anterior, pero que fueron buenos recuerdos de nuestra adolescencia y la etapa de gloria de las escuelas al campo. En el comentario anterior, cuando mencioné a algunos profesores, se me olvidó Alexis, quien ahora, creo q es periodista, fue nuestro profesor de historia.
En esa época también, surgieron algunas modas, que también tengo anécdotas, sobre los pantalones campanas, esa te la cuento después, claro si no te incomodan.
Un abrazo desde lejos, Jorge