martes, 19 de enero de 2010

Haití en las noticias


Todo aquel que sigue las noticias en Haití quisiera estar allí. Me consta que a la gente no le alcanza con sufrir las imágenes minuto a minuto, interrumpir el almuerzo por el dolor o dejar correr una lágrima. Para ayudar, para solidarizarse y hacer lo que haga falta, incluso describir el drama, pero estar allí. Las transmisiones de los periodistas han logrado conmover, convencer de cuánto hace falta en el país caribeño. La ayuda viene de todos los rincones, aunque demore en llegar a las manos necesitadas.
Muchas personas ya temen por lo que pueda suceder cuando los principales medios, las cámaras que llegan con un logotipo reconocido en el mundo entero, vayan a cubrir otra desgracia, difícilmente será más cruda y dolorosa que la de ahora, pero sí desplazará a Haití de las prioridades editoriales. Como ha sucedido antes. Entonces, esperemos que los haitianos no queden desamparados, huérfanos de titulares, al igual que han vivido hasta que el terremoto agudizó todo lo que oliera a desgracia.
Todavía no se dice cuántos periodistas con sus equipos de camarógrafos, fotógrafos, editores... se han enviado a Haití, desde diferentes geografías.
Me pregunto
cómo editarán los de la televisión, de qué forma los reporteros escribirán las líneas nacidas con olor a muerte, a tristeza, y las harán llegar a las redacciones centrales.
Entre las experiencias profesionales que prueban la capacidad de los periodistas, las coberturas después de un desastre es una de ellas. Las facultades de Periodismo no ayudan a lidiar con el dolor. Estas situaciones también someten a escrutinio su temple, su valor y sensibilidad para encontrar dónde está la noticia, encontrar el ángulo diferente, poner a un lado la logística -qué comer, dónde dormir, dónde tomar un baño- cuando miles de personas vagan por las calles sin siquiera un techo para cobijarse.

Quizás lo peor de esta cobertura sea tomar la mejor foto, acercarse a quien sufre para asomarle un flashazo en el rostro confundido, casi moribundo. Son esas instantáneas las que han asegurado mover la conciencia, dar la medida del dolor y el desastre. Ya sabemos lo de una imagen por encima de las mil palabras. Y las cifras casi no dicen nada. Las coberturas periodísticas, entre tanto dolor, también buscan un halo de esperanza.

2 comentarios:

Professor de Español CAM dijo...

El trabajo de los periodistas en Haití es digno de seguir, para los que tenemos la oportunidad de tener su trabajo 24 horas por día, vemos el sacrificio y el esfuerzo que hace para acercarnos más al dolor humano, sea en Haití o en otro lugar. He visto que algunos periodistas del mundo, duermen, comen…en los propios carros que utilizan. Algunos periodistas de aquí han llorado, sobretodo cuando han encontrados niños o ancianos atrapados en los destrozos y que han conseguido, con sus manos, después de dejar los equipos fílmicos salvar nuevas vidas.
¿Qué me dices de las sepulturas colectivas, sin saber quién es quién? Así han sido enterradas cientos de personas.
También es digo destacar el trabajo de los bomberos de varios países, ver la cara de felicidad cuando hasta este momento han conseguido encontrar personas vivas, es una victoria entre tanto dolor que los rodea
Jge

El sitio de Iris dijo...

Hola, Jorge. Me sorprende verte aparecer por aquí con otra identificación, jajaja. Tienes razón con lo que me dices. Después de tantos días siguen apareciendo sobrevivientes del terremoto y deben agradecerle a los rescatistas que han llegado desde diferentes lugares. Ojalá pudieran aparecer más entre los escombros. Un abrazo.