sábado, 23 de enero de 2010

Más sobre Haití


De los días que se viven en la cercana nación, todavía me sobrecogen muchas cosas, a partir de las informaciones. Primero, asusta la idea de que se hayan suspendido las labores de rescate y queden personas vivas bajo los escombros; aunque una sabe que en algún momento se detendrán, cualquier momento parece apresurado. Los rescates llegados a feliz término, o en sí mismas todas las búsquedas, junto a lo que hacen los médicos de tan diversas nacionalidades, alejados de sus ambientes asépticos, han escrito enjundiosas páginas de heroísmo después de la catástrofe.
Los haitianos me parecen gente digna, a pesar de las tantas desgracias que han enfrentado en su historia. Lucen adecuadamente vestidos y en los campamentos donde viven miles se empeñan en la higiene personal, carentes de agua y de lo mínimo para vivir.
Me ha dolido la imagen de la niña de 15 años muerta por dos tiros de la policía cuando salía de las ruinas de una tienda donde robó tres cuadros floridos. Imagino que esa haya sido su ilusión y que los ingresos de la familia (si tenía) nunca le permitirían darse ese lujo. Pensar que era el momento de tener esos adornos, porque las ruinas no pertenecerían a nadie, le costó la vida; después de haber pasado lo peor: sobrevivir al terremoto y los siguiente temblores de tierra, y morir así, a manos del azar y la crueldad.
También me alegra que muchos niños han encontrado un nuevo hogar y, curioso para mí, que esto ocurra en países donde nos hacen creer que predomina el racismo, numerosas familias sustitutas les ofrecen un futuro a los pequeños haitianos.
La pobreza de Haití lo ha convertido durante siglos en un país en fuga: hacia Cuba cuando llegaron con sus amos tras la Revolución Haitiana; y luego, a inicios del siglo XX como braceros para la industria azucarera. También hacia Estados Unidos, donde vive la mayor comunidad de ese origen en el exterior, a donde tratan de llegar cada año y naufragan o alcanza solo hasta la Base Naval de Guantánamo. Ahora tratan de irse por miles, hacia cualquier lugar, lejos del desastre.

2 comentarios:

Lola dijo...

Si yo fuera mas joven me hubiera hecho muy feliz acoger de por vida a dos niños haitianos y ahora les pido a mis hijos que lo hagan y yo les ayudaré a criarlos. Que pena que dentro de poco se olvide esta gran tragedia que a mi me ha abierto una herida en el corazón.
Un abrazo Lola

El sitio de Iris dijo...

Lola, querida, lo de Haití casi me traumatiza, no leo informaciones de otro tipo. Imagina que ellos forman parte de nuestros ancestros, cualquiera conoce un descendiente, están tan cerca y después esas imágenes realmente parten el corazón, por eso escribí mi post sobre la cobertura allí, que no es perfecta, pero gracias a los periodistas y a las imágenes de aficionados supimos la magnitud del drama.
Conozco a muchas personas, que en medio de sus limitaciones materiales, piensan como tú.
Y es como dices, si te fijas ya los principales medios tratan a Haití como una noticia secundaria. Qué horror.
Un abrazo, amiga.