lunes, 18 de octubre de 2010

El circo de los mineros es ahora


15 días. Ese es el vaticinio de cuánto debe durar el circo mediático derivado del rescate de los mineros chilenos. La cifra la ha calculado uno de ellos mismos, quizás acostumbrado a presenciar cómo baja el perfil de las noticias, por meros intereses editoriales de los grandes medios, es decir ¿qué vende más?.
Así también lo hemos atestiguado todos los que seguimos los hechos de actualidad –sobre todo desde internet-. Si tomamos algunos ejemplos al azar: el terremoto en Haití, o más atrás en el tiempo y en momentos diferentes, las historias de aquellas muchachas austriacas secuestradas y mantenidas en huecos subterráneos…salta a la  vista cómo nos convertimos en pasivos públicos un tiempo al cual no podemos disponer si nos interesa dar seguimiento a determinado acontecimiento.
Los casos serían interminables. Pasadas algunas semanas, nosotros los consumidores de información, queremos saber qué pasó con las donaciones destinadas a los haitianos, si se mantuvieron las adopciones ilegales tras el sismo, cuál ha sido el destino de las cientos de miles de personas desplazadas, totalmente sin hogar, o qué edificio ocupa ahora el gobierno. Ya nada de esos “detalles” nos interesan, porque “alguien” ha decidido ubicar el interés en otros focos noticiosos alejados de Haití.
Hoy son los mineros, lo que harán con sus vidas, si se casarán o no quienes no lo han hecho, si volverán a bajar a las minas o recorrerán el mundo para dar charlas y hacer turismo. La persecución a la cual se les somete, ni siquiera se les permitirá tal vez tener algunos de los efectos médicamente previstos tras quedar atrapados bajo tierra, sino  que estarán ocupados en el dolor de cabeza de evadir a la prensa, porque nos han obligado a querer saber y otros se han dispuesto a suministrar lo que algunos desean conocer. El colmo de este periodismo tras los momentos de salida de los obreros a la superficie ha sido acosarlos para saber si había rencillas entre ellos. Incluso los periodistas dedicados a este asunto insisten en saber si en las profundidades se barajó la idea del canibalismo cuando muriera el primero.
Recibir el mensaje de que los 33 estaban a salvo caló en la sensibilidad de todos en cualquier latitud, los noticieros y periódicos lo reprodujeron, entonces, ¿por qué criticar que mil 500 periodistas se encontraran en las inmediaciones de la mina para ser testigos de su salida? Creo que fuimos mayoría quienes nos mantuvimos con los dedos cruzados para que nada malo pasara. Y la imagen del último socorrista haciendo una reverencia para subir, ha sido sumamente emocionante. ¿Por qué la presencia de las cámaras por sí solas entraña un show mediático?
Rechazo que se haya explotado el lado amarillista de la historia, pero en el siglo XXI nos hubiéramos criticado no haberle dado la dimensión informativa que mereció el caso. El circo comenzó cuando salieron.

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