martes, 27 de septiembre de 2011

Una ciudad renacida que cumple 215 años

Durante el siglo XIX, el fuego dejó por tres veces sus huellas en Las Tunas, actual capital de la provincia cubana de igual nombre. La plaza se revelaba entonces como un objetivo codiciado tanto para los mambises como para los españoles. De ahí que el machete, la tea y la pólvora se irguieran juntos para describir en el tiempo el paso de los patriotas por la comarca ocupada. El primer siniestro se remonta al 16 de agosto de 1869. Aquella vez solo resultaron incineradas algunas construcciones por el ataque insurrecto liderado por el general en jefe Manuel de Quesada. Como los mambises tuvieron que retirarse del combate ante la inminencia de la llegada de refuerzos enemigos, los peninsulares bautizaron a la plaza con el nombre de Victoria de Las Tunas. Se cuenta que fue aquella la primera batalla criolla con cañones de madera. Y existe una anécdota peculiar: Nicolás de la Rosa, quien era uno de los artilleros insurrectos, estaba casado con Rosenda Rosende, tunera hija de español. Ante la intensidad del cañoneo, el gobierno municipal envió un emisario hasta las líneas mambisas para imponer al artillero que su esposa estaba de parto en la ciudad, por lo que lo instaba a detener el fuego. Dicen que el patriota respondió: “Pues ande y dígale a mi mujer que si nos nace un varón le ponga cañón, y si es hembra que la llame culebrina.” Y volvieron a retumbar los cañones. La ciudad sintió por segunda vez sobre sí el calor de las llamas el 26 de septiembre de 1876. El propio Mayor General Vicente García dirigió el ataque y redujo a cenizas la plaza comenzando por su propia casa. La refriega originó un verdadero baño de sangre nocturno cuando salieron de sus fundas las armas blancas. Los cubanos –a diferencia de los peninsulares- iban sin camisas. La historia recoge aquel instante como el combate de la Iglesia. Por cierto, por órdenes expresas de García, llamado el León de santa Rita, fue la iglesia la última edificación en derribarse. Del 28 al 30 de agosto de 1897 la ciudad volvió a ser pasto de las llamas. Fue cuando las tropas mambisas al mando del Mayor General Calixto García protagonizaron el combate que trascendió en la historia como el ataque y toma de Las Tunas. En aquella ocasión, los españoles sí resultaron vencidos. Cuentan que durante la acción un comerciante chino residente en la ciudad pretendió amparar sus bienes izando sobre ellos su bandera nacional. Pensaba el hombre que así garantizaría su integridad. Pero, al conocer el hecho, Calixto García ordenó disparar sobre el estandarte asiático. El general cubano llevaba así a la práctica la idea de que España se vería obligada a reconsiderar su postura respecto a Cuba si la guerra implicaba también a otros países. Cada año, esta ciudad rememora las tres quemas a las que fue sometida la ciudad y levanta un fuego simbólico. También por estos días se multiplican actividades para celebrar el cumpleaños de Las Tunas, el 30 de septiembre, hace 215 años.

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