martes, 27 de marzo de 2012

Memorable visita del Papa

Desde que se fijó la fecha y programa de la visita a Cuba del Papa Benedicto XVI, no pude evitar recordar la histórica presencia aquí de su predecesor Juan Pablo II, en enero de 1998 y comparar los diferentes momentos. Las coyunturas han sido muy diferentes y a la vez similares. El polaco venía antecedido de una relación estrecha con la caída del Muro de Berlín. Y, muchos politólogos, gente confundida, agoreros, creyentes o no, se atrevieron a augurar momentos de crisis política con la sola llegada de Juan Pablo II, a quien le llamaban el Papa viajero. La realidad demostró todo lo contrario. Al alemán, por su parte, se le adelantaron opiniones relativas al marxismo y campañas mediáticas que ponían en entredicho la tranquilidad del recibimiento y la estancia aquí del Sumo Pontífice. Y tampoco se cumplieron las predicciones negativas. En enero de 1998, se oficiaron misas en Santiago de Cuba, en Camagüey, en Santa Clara y en La Habana. Cuba apenas salía del Período Especial. Aun así miles de personas de las zonas aledañas pudimos acudir a las ceremonias reliogiosas. Recuerdo las largas caravanas, los abastecimientos para que nada faltara en la travesía, ni durante la permanencia de los peregrinos en aquellas ciudades. En particular, y sin ser católica, fui a Camagüey, donde el Papa se dirigió a la juventud. El público presente parecía un mar de colores blanco, azul, rojo y amarillo. La emoción se respiraba entre todos y las notas del Himno Nacional salía henchido de cada una de las personas. Me llamó la atención el alto número de periodistas presentes allí, con sus credenciales de las grandes cadenas informativas y las transmisiones en vivo, un hecho nuevo para mí. Tan solo con estar físicamente ante el Jefe de Estado del Vaticano, aunque a decenas de metros, supe que era testigo de un hecho excepcional e irrpetible. 14 años después, cientos de miles de cubanos tienen la oportunidad nuevamente. Otra vez llega el Papa a Cuba, tercer país latinoamericano que visita y eso nos enorgullece. En aquel momento, Juan Pablo II coronó a la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, esta vez Benedicto XVI entregó la Rosa de Oro. También pidieron que diera su bendición al pueblo cubano y pidieron por la unidad, la concordia y la esperanza.

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