miércoles, 10 de junio de 2015

Negro y blanco sí

Las telenovelas brasileñas en particular tienen una marcada ascendencia en el imaginario colectivo en Cuba. Formas de vestir, palabras y frases, hasta temas cotidianos de conversación y debates sobre cada capítulo se incorporan a la cultura de la Mayor de Las Antillas.

Por eso no es de extrañar que la serie transmitida actualmente, Dos Caras (Rede Globo, 2007), se convierta en punto de partida de análisis en determinados círculos sobre los prejuicios raciales, cuando una pareja interracial como la de Julia y Evilasio protagoniza su apasionada y polémica historia de amor.
En cada capítulo en los cuales aparecen los personajes mencionados, los bocadillos permiten expresar la discriminación y los criterios encontrados que existen en aquel país, de acuerdo con la clase social que se pronuncie al respecto.
Fue de Nicolás Guillén la idea de que cuando se hablara de razas los nacidos en este Archipiélago nos reconociéramos en una: la del “color cubano”, de acuerdo con el espíritu mestizo del país. La presencia de los genes de congos o carabalíes en nuestro origen se ha convertido en una de esas verdades lapidarias conocidas por todos.
Desde el propio inicio de la Revolución, Fidel se refirió al “problema racial” como un asunto difícil de resolver, atendiendo a su enraizamiento durante siglos. En los albores de la década del 60 por todo el país se desarrolló una campaña, impulsada por él y protagonizada por intelectuales, artistas, periodistas y otros sectores, en aras de debatir públicamente sobre estos temas y proponer soluciones hacia la integración.
En poco tiempo, al amparo de la Constitución y otras legislaciones, por obra y gracia del joven proceso revolucionario se reconocía a negros, blancos, mestizos y cuanto origen racial o étnico existiera en Cuba, con igualdad de derechos y oportunidades. De esa forma, durante decenas de años se consideró desterrada la discriminación racial de nuestra geografía.

La segregación histórica de que fueron objeto los alejó por años del centro de las ciudades y de las principales instituciones y escuelas. Los diversos programas de la Revolución –sobre la base creada desde 1959- han venido a resolver también algunas carencias espirituales y postergaciones, hacia un acceso pleno a las oportunidades sociales del país… para construir la Patria con todos y para el bien de todos, concebida por Martí.

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