viernes, 12 de febrero de 2016

Alto, claro y por señas

En mi pueblo hay algunos sordos muy conocidos, tres que yo conozca. A todos les dicen "el mudo". Uno de ellos se hizo fotógrafo, creó familia y parece un hombre realizado. De los otros nadie ha podido saber sus potencialidades intelectuales, sus dones. Aunque son relativamente jóvenes, no vencieron la Secundaria Básica y se dedicaron a cualquier oficio, honrado hasta donde sé. Pero en su destino pesó mucho la decisión familiar de no enviarlos a escuelas especiales, a dejarlos en el seno hogareño y quedaron sin prepararse para enfrentar el mundo.
No obstante, aunque la vida de los discapacitados no es sencilla para integrarse a la sociedad, el desarrollo actual tanto en el sistema de educación como de la salud, les hacen un poco más viable esa inserción.
En un mundo diseñado para quienes tienen la capacidad de oír, las personas que por determinadas razones están privadas de esa posibilidad, muchas veces se sienten excluidas, frustradas, apartadas. Aun con los logros de Cuba al ofrecerles atención médica plena, ofertas de trabajo y de estudio gratuito, entre otras oportunidades, quedan muchos caminos por recorrer y espacios por abrir, a la hora de que los sordos se integren en todas las esferas posibles de la sociedad.
La elevación del nivel cultural de estas personas constituye una prioridad en ese sentido, más allá de los centros de la enseñanza especial donde cursan estudios hasta noveno grado. Luego, una de las opciones de continuidad de aprendizaje son las escuelas de oficios. También los preuniversitarios y las universidades para quienes deciden, a golpe de esfuerzo, sortear los obstáculos del mundo sonoro.
Desde que se constituyó la Asociación Nacional de Sordos e Hipoacúsicos (ANSOC), las personas privadas de la audición han ganado muchos espacios y, en ello ha sido decisivo el empeño de la organización por eliminar las barreras sociales. El lenguaje de señas y la formación de intérpretes dentro de las carreras de corte pedagógico ha sido un paso importante en esta dirección; igualmente, la labor de los instructores de arte y los promotores deportivos.
Aquellas personas con discapacidades auditivas que llegan a los niveles medio y superiores de enseñanza, tienen en Cuba la oportunidad de contar, si así lo requieren, con servicios de interpretación, lo que facilita el proceso de aprendizaje.
También se promueven campañas para la detección precoz de las discapacidades, el abuso de los medicamentos ototóxicos, el uso y cuidado de las prótesis auditivas y otras que promueven educación para la salud. Sin dudas, ha sido la voluntad gubernamental el impulso para que la sordera hoy en el país no sea un impedimento de desarrollo individual.

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