martes, 16 de septiembre de 2008

Ike contra el verde



Alguien me dijo que cuando el huracán Ike abandonaba Las Tunas, en el amanecer del pasado 8 de septiembre, se podían contar gorriones muertos en el parque Vicente García, de esta ciudad. Y esto sucedió porque ningún refugio parecía seguro para un ciclón de categoría 3 con vientos en alrededor de 200 km/h. En lo sucesivo faltarán además del sonido de los pájaros, mucho del verde natural de Cuba.
En algunos sitios, el huracán fue rebautizado como El Leñador y, lejos de festejarlo, la gente ingeniosa trató de sintetizar en un apodo la devastación que causó el fenómeno a la propia naturaleza, no únicamente a las construcciones y los bienes económicos. Este daño ambiental será difícil de cuantificar y, tanto la flora como la fauna lo sufren. Los hábitats naturales y otros creados para proteger varias especies se destruyeron o denotan un apreciable deterioro.
José Martí, Nuestro Apóstol, afirmó que una ciudad sin árboles es malsana. La nuestra, antes de Ike, lucía como un oasis. Diversas instituciones acometían proyectos para promover jardines, parterres y se insistía en que cada sitio lleve el árbol que le corresponde, atendiendo a las especies de acuerdo con la profundidad de las raíces, la relación del follaje y el tendido eléctrico… Estos programas deberán retomarse con mayor empeño e inteligencia.
El hecho de que la temporada ciclónica culmine el 30 de noviembre nos recuerda la importancia de podar con tiempo. Las medidas preventivas para evitar daños incluyen eliminar los peligros potenciales. Ya sea por la posibilidad de que la floresta caiga sobre las edificaciones o sobre los cables. Está demostrado que mientras mayor es el follaje más vulnerable quedan los árboles.
Las jornadas recuperativas se dedican en gran medida a recoger los escombros, mayoritariamente árboles derribados, ramas y hojas existentes por doquier; y a retirar muchos de los convertidos en basura y que obstaculizan la recuperación de postes y cables eléctricos y telefónicos. Lo que alguna vez adornó el paisaje, al ser arrancado por Ike, contribuye hoy a mostrar una imagen de devastación.
Las Tunas era una de las provincias más deforestadas del país. Tras el huracán este hecho empeora. De ahí que levantarnos y avanzar también tenga que ver con plantar más árboles tanto dentro como fuera de las ciudades. Para el futuro no podemos olvidar aumentar la superficie boscosa. Y si hacen falta argumentos, recuerde que ellos eliminan el dióxido de carbono y nos devuelven oxígeno, protegen el suelo; nos proporcionan sombra, ahora que el sol tropical parece rajar las piedras y no encontramos dónde cobijarnos. Como si fuera poco, los árboles nos hacen la vida más agradable y también forman parte de nuestro patrimonio.

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