jueves, 30 de octubre de 2008

Da Vinci, genial en la cocina

Leonardo Da Vinci fue famoso por su pintura, arquitectura, invenciones para el arte de la guerra; sus conocimientos de matemáticas, literatura, música e ingeniería. Sin embargo, una faceta bien distinta y poco difundida es la relativa a su genialidad para la cocina que concluyó en una remodelación de los platos servidos en el Gran Palacio de Sforza, en Milán, y con ello su éxito.
Según se cuenta, el gran Leonardo fue mesero en una taberna llamada Los tres caracoles donde trató de educar a los hambrientos visitantes de que era mejor comerse una mediana porción de pan negro, bellamente decorado con rodajitas de salchichas y albahaca, en vez de las groseras raciones de polenta cubierta de carne en salsa. La insistencia en refinar a los comensales terminó en su regreso al taller de pintura donde alternaba como aprendiz.
Junto a su colega Sandro Boticelli fundó un restaurante que fracasó porque, aunque los platos se combinaban con dibujos de ambos genios, los florentinos se negaron a cambiar los hábitos alimentarios. De allí ganaron la fama de excéntricos culinarios y nadie los contrataba. No obstante, el rótulo de aquel establecimiento hoy se subasta en astronómicas sumas. Y gracias a Ludovico Sforza, gobernador de Milán, trascendió la genialidad cocinera de Leonardo.
Conjuntamente con sus numerosos inventos, la cocina refleja el lado creador, de inabarcable fantasía y de adelantado para su tiempo de quien fue un genial humanista y hombre de ciencia. Pero, también en esta faceta inédita resultó incomprendido, por su estilo trasgresor hasta para servir un plato de comida.
Se dice que Leonardo Da Vinci creó lo que hoy se conoce como la nouvelle cuisine. Los grandes banquetes de la corte no fue lo único que intentaba modificar el artista. También a “los pobres y las gentes groseras”, según sus propias palabras buscaba dotar de buenos modales en la mesa y mejorar la presentación de los platos.
“Por aquella época, sus recetas y, posteriormente, sus inventos aplicados a la cocina comenzaron a hacerse famosos, aseguran los inventigadores. Cualquier aparato o máquina podía ser empleado para las artes culinarias: asadores automáticos, máquinas de lavar, cascanueces mecánicos, picadoras de carne, cortadoras de vegetales y otros utensilios que no siempre fueron aceptados por sus criados y pinches. A él se debe, incluso, la invención de una máquina para cortar espaguetis. De su ingenio nacieron ideas tan brillantes como los extractores de humo o los extintores de incendios.
Uno de los más célebres cuadros de Leonardo Da Vinci fue "La última cena", obra en la que quiso reflejar su gran amor por la cocina. Tal es así, que primero ideó las recetas que aparecen en esta magnífica obra de arte que el cuadro en sí, caso del Puré de nabos con rodajas de anguila. Durante dos largos años y cerca de nueve meses, realizó cientos de bocetos de alimentos, como los Huevos cocidos con rebanadas de zanahoria o el Muslo de focha* con flores de calabacín. Al final, todo ese esfuerzo quedó reducido a una escena en la que aparecen platos bastante sencillos. Durante toda su vida, Leonardo Da Vinci siempre se esforzó por conseguir mejorar las diferentes artes que cultivó y esta no fue excepción.

1 comentario:

Amparo dijo...

Iris: qué interesante este artículo sobre el arte culinario en Da Vinci, nunca había leído sobre este aspecto. Gracias por el email. Te contesté enseguida. Un abrazo