viernes, 3 de octubre de 2008

Dicen por ahí...

Hace unos días, a media mañana, un vecino me dijo “oye, cocina almuerzo y comida temprano porque habrá apagón hasta mañana”. Saber que estaban arreglando las líneas y restaurando los daños eléctricos de Ike en casi todo el país, me obligó a dar crédito a aquel pronóstico. Limpié rauda el arroz y me dispuse a preparar su acompañamiento, mientras pensaba qué me haría esa noche para espantar los mosquitos a las niñas y, además, cómo ayudarlas a soportar el calor.
Un rato después, tan pronto vi a una de mis vecina y me preguntó si sabía hasta qué hora era el apagón, le solté “dicen que hasta mañana, mija”.
La corriente, después de restablecido el servicio interrumpido por los daños de Ike, no ha faltado más de 20 minutos. Imagínate lo ridícula que me sentí cuando llegó la electricidad. No porque haya adelantado la comida, sino porque difícilmente mi vecina crea a pie juntillas cualquier información que le suministre en lo adelante. Caí en la propagación de una de las tantas "bolas" echadas a rodar en estos días. Esa, quizás, sea una de las más inocentes.
En toda Cuba se cuentan por decenas esos rumores y van desde la A hasta la Z en los temas. Las favoritas son las del incremento del precio a los productos de las shopping y, a veces llegan como envueltas en celofán de tan bien empaquetadas, nutridas de información cierta y sustentadas en la realidad anómala que vivimos.
Los teóricos de la Comunicación Social le han dedicado cientos de cuartillas al origen, las condiciones que alimentan el rumor y hasta el daño que provocan. El debate popular también ha teorizado sobre cómo frenar o evitar ser víctima de un chisme. Por estos días, este asunto ocupa los análisis de periodistas, políticos y la agenda de los medios.
Generar descorciento, caos, incertidumbre, inseguridad... no tiene nada de inocente o ingenuo. Yo, mientras tanto, intento evitar a mi vecina para que no me recuerde cierto apagón.

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