martes, 11 de noviembre de 2008

Guayabal fuera de las fotografías

La representación preconcebida de un sitio muchas veces descrito, pueden hacernos formar una idea de fotografía, tan perceptible como la de papel. Y en la generalidad de las oportunidades, resulta una gran decepción cuando fantasía y realidad no se corresponden. En cambio, a veces satisface.
Siempre imaginé al poblado de Guayabal, al sur de Las Tunas, como un añejo caserío de tablas de palma y guano, con gente sentada en espera del paso del tiempo. Sin embargo, casi como una alusión simbólica, cuando visité aquel poblado marino me sorprendió gratamente, el empuje de un movimiento popular enraizado allí para reparar las viviendas. En la parte delantera de muchas casas se proyectaban otras, cuyas zapatas dejaban atrás ranchitos decadentes. Poco a poco, con el cambio de mentalidad de la gente, que ya no espera por el maná del cielo para hacer lo suyo, también se transformaba el panorama.
El mayor mérito allí radica en que la zona fue antes de 1959 escenario para prostitutas que buscaban su vida en el bolsillo de marineros, la pobreza pululaba como el pan nuestro de cada día y el progreso era una palabra demasiado lejana y ajena para tenerla en cuenta.
Esos elementos son parte de la vieja imagen. Pensar en las diferentes etapas de la vida, la historia y la gente de Guayabal no admite ideas preconcebidas. Únicamente vale romper esa vieja representación como una fotografía borrosa y en tonos sepias que no se desea conservar.
Pero, ahora el huracán Paloma, que afectó el poblado al penetrar por Santa Cruz del Sur, Camagüey, a cerca de 35 km de distancia, obliga a volver empezar. Los guayabalenses saben bien el significado de esta frase.

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