lunes, 10 de noviembre de 2008

Una casa con vista al mar

Dicen que los rayos no caen dos veces sobre el mismo lugar. Tan desmentida como esta creencia, los recientes huracanes (Gustav, Ike y Paloma) que han azotado a Cuba entre agosto y noviembre, se han empeñado en recorrer similares geografías, ya sea con dirección Norte o Sur. Por eso, lo que aprendemos ahora no cae en saco roto.
La imagen casi idílica de poseer una casa cercana al litoral, por ejemplo, es una de esas que deberemos reconsiderar, si aprendimos las enseñanzas dejadas por los recientes huracanes. La fuerza de los vientos, la lluvia y el ímpetu del mar, juntos, hacen peligrar y tambalear cualquier edificación próxima a la arena o a las playas.
Tales hechos son verdades innegables, sin contar las afectaciones ambientales de las construcciones sobre las dunas y que los especialistas se refieren permanentemente desde años atrás.
En estos momentos, tanto en poblados como Guayabal, Santa Cruz del Sur, en Camagüey, o El Cajío, en La Habana, aparece como una constante la conveniencia de trasladar muchas de las viviendas o instalaciones situadas en estos sitios. De hecho, en Las Tunas no hizo falta esperar por Paloma para evaluar el futuro de instalaciones como el campismo popular de Los Pinos, en Manatí, y la viabilidad de erigirla fuera de la arena.

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