
La imagen casi idílica de poseer una casa cercana al litoral, por ejemplo, es una de esas que deberemos reconsiderar, si aprendimos las enseñanzas dejadas por los recientes huracanes. La fuerza de los vientos, la lluvia y el ímpetu del mar, juntos, hacen peligrar y tambalear cualquier edificación próxima a la arena o a las playas.

En estos momentos, tanto en poblados como Guayabal, Santa Cruz del Sur, en Camagüey, o El Cajío, en La Habana, aparece como una constante la conveniencia de trasladar muchas de las viviendas o instalaciones situadas en estos sitios. De hecho, en Las Tunas no hizo falta esperar por Paloma para evaluar el futuro de instalaciones como el campismo popular de Los Pinos, en Manatí, y la viabilidad de erigirla fuera de la arena.
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