jueves, 20 de noviembre de 2008

Mala memoria

Cuando veo un material policíaco de investigaciones detectivescas o algo así, tan abundantes en los cines y la tv de estos tiempos, siempre me llama la atención el poder de las personas para recordar dónde se escontraban en determinado día y en una hora específica. Ya sé que eso es ficción. Pero, para mí es un hecho increíble porque no suelo recordar ni siquiera quién llamó por teléfono esta mañana.
Antes, hace muuuuchos años eso no era así. Podía ayudar a mis amigas del preuniversitario, por ejemplo, a acordarse de cómo vestíamos el día que fuimos a ver el filme Amadeus, de Milos Forman. Eso no tiene que ver, creo yo, con que nos pasábamos la semana uniformadas y era un acontecimiento cambiar la indumentaria.
Ahora, aunque no quiera o no me interese, puedo retener números telefónicos que ni siquiera sé si volveré a marcar. Entonces, pongo en dudas lo que suelen decir los textos de Psicología: la memoria es selectiva. Pues me cuesta trabajo comenzar el día sin un papelito de guía con algunas palabras para retomar las actividades inconclusas, los materiales que debo entregar en el Periódico o qué debo comprar para la casa.
Cuando algún conocido me escuche decir que "se me perdió la memoria", sabrá que no me refiero a la "flash memory" de trabajar, sino a ese valioso papelito sin el cual no sé a dónde ir o a quién llamar. Poco a poco he descubierto, cuando me atrevo a compartir este "problemita", que mi mal no es exclusivo. ¡Afortudamente! Tampoco que es endémico de algún país, o cosa por el estilo. Quizás es la cantidad de responsabilidades que asumimos hoy en día, el estrés y hasta la existencia de agendas, lo que contribuya a que sucedan tales olvidos.
Y confieso que nunca me ha gustado ser parte de eso de "mal de muchos, consuelo de tontos", pero no me negarás que en este caso resulta muy conveniente.

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