lunes, 1 de diciembre de 2008

Creerse cosas

El imaginario popular en Cuba ha acuñado expresiones como la de “creerse cosas” para las personas indiferentes a la humildad y a la sencillez. Esas que pueden vanagloriarse lo mismo de tener un poco de dinero y considerarse prestas para ingresar en las listas de la revista Forbes; ser ayudante de alguien y adjudicarse similares poderes. O, tan solo con ocupar una responsabilidad o detentar un cargo, esos intentan borrar hasta el origen.
Muchas de nuestras virtudes y defectos no nos llegan por la vía del ADN, aunque según canción popularizada aquí “todos nacimos ángeles”. Independientemente de cómo deseen los padres que seamos en el futuro, esta no constituye una condición per se de que sucederá así. Buena parte de la meta se consigue colocando “una piedra” hoy y otra mañana.
Cuando conocemos a personas que clasifican casi como celebridad, en ocasiones nos sorprendemos de que sean sencillas, asequibles, humildes. Irremediablemente las comparamos con quienes apenas han realizado algún aporte significativo a la sociedad, y se creen con el derecho a mirarnos por encima del hombro o a mostrar la arrogancia como estandarte. Entonces comprobamos que sabiduría y méritos no están reñidos con la modestia. Sé humilde si quieres obtener la sabiduría, sé más humilde aun cuando la hayas adquirido, han afirmado los sabios.
La frase martiana de que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz, no siempre cala en la piel de la gente “con gloria”. La falta de reconocimiento profesional es una de las causas para la aparición de rasgos del peor instinto. De ahí que en ocasiones a la gente le cueste trabajo valorar con justicia los méritos ajenos y sobredimensionen los propios. Ser natural es la más difícil de las poses, sentenció Oscar Wilde.

1 comentario:

Al Godar dijo...

Yo creo que eso de "creerse cosas" está bastante influenciado por la ignorancia. Recuerdo cuando yo era un muchachito, me cría muy iteligente. En mi caso era en parte porque me lo decían alguna gente a mi alrededor, pero sobre todo porque a mi me gustaba ser alguien. No obstante, no me costó mucho trabajo darme cuenta de mi error tan pronto estudié un poco y entendí como funciona la inteligencia, y sus ventajas y desventajas.
En algún momento aprendí que la inteligencia, la belleza, el poder, la riqueza y otros tantos atributos a los que generalmente damos mucha importancia a menudo no son ni culpa ni meritos nuestros. Son solo eso: caracteristicas personales con ventajas y desventajas con las que hay que convivir.
Saludos,
Al Godar