martes, 10 de julio de 2012

Elogio de la sencillez

El título de este material lo tomé prestado, sin permiso, de un libro homónimo sobre el arquetipo del monje como paradigma humano. Y, no trato en estas líneas de promover la vida monacal como forma de existir. Ni siquiera es el propósito del texto con el nombre original, sino volver al tema de la necesaria sencillez como virtud. Hay quienes aseguran que los periodistas tenemos el ego un poco inflado. Si fuera cierto, quizás se deba al hecho de que algunos de nuestros criterios encuentran un amplio alta voz en la opinión pública o porque las imágenes físicas de los colegas resultan fáciles de identificar en nuestro alrededor. La razón de otros puede encontrarse en que se trata de una profesión con reconocimiento en la sociedad. Además, los investigadores validan el poder creciente de los medios en el mundo actual, y eso no todos lo llevan con humildad. En fin... cada cual tendrá un porqué. Lo cierto es que muchas de las plumas más encumbradas en el Periodismo cubano sugieren a la modestia y a la sencillez, entre las características que no deben faltar a los profesionales de la información. Y, muchos de ellos en sí mismos han sido ejemplo para conminar a sus seguidores. Tal es el caso del recientemente fallecido profesor Julio García Luis, a quienes no pocos relacionan con este rasgo del carácter. Algunos investigadores, como James Breiner, director del Cetro de Periodismo Digital de Guadalajara, México, consideran que en ocasiones los editores olvidan o creen que los periodistas no necesitan el elogio o que se les valore su trabajo. Sin embargo, asegura que estos halagos tienen un uso práctico y contribuyen a un ambiente más profesional en las redacciones. "Muchas veces las personas talentosas no saben que lo son. Para ellos, escribir o diseñar bien es algo natural. Por eso, felicitarlos en el momento adecuado les ayudará a identificar sus propias fortalezas y a enfocarse en ellas", manifiesta el teórico. De acuerdo con las ideas de Breiner, no se trata de evitar la crítica a quien se la merezca. Pero, hacerla efectiva presupone contribuir a desarrollar el talento de una persona por encima de recalcarle sus debilidades. Y, es cierto, cada elogio es una oportunidad para declarar cuál es el camino, cuáles son los valores y la ética de un medio. En ese derrotero es lógico que alguien, además de sentirse estimulado, se considere portador de La Verdad. Pero, eso es harina de otro costal. Los periodistas se supone que seamos eternos inconformes con el conocimiento, aprendices permanentes de la vida humana y no los dueños absolutos del saber.

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