El tema EE.UU. llena titulares, foro debates y noticias, sobre todo en la web. La visita de los Rolling Stones, con su concierto previsto para el día 25, ha provocado a los musicólogos a analizar la significación de esta larga espera por ver y disfrutar en vivo a la legendaria banda británica de rock. Se siguen día a día los preparativos para ese momento, el escenario que se levanta para la ocasión diferente a todos los utilizados en nuestro archipiélago y la participación en la obra de una brigada casi multinacional.
El juego de béisbol de los Tampa Bay Rays frente a una selección cubana hace recordar los años lejanos ya de la visita de los Orioles, de Baltimore, el Latino se engalana; se polemiza más que por la alineación, como suele pasar, por el manager designado -Víctor Mesa- después de protagonizar hasta una reyerta en Pinar del Río.
Pero lo que sí ha desplazado a segundo plano en cuestiones informativas, hasta al mismísimo virus del zika, es la llegada el domingo, la agenda que desarrollará, los sitios que visitará, quiénes vienen con el presidente norteamericano Barack Obama. Y no es para menos. Después de 1928 -en unas muy peculiares circunstancias- cuando vino Calvin Coolidge, jamás un presidente en ejercicio procedente de aquella nación había pisado territorio cubano.
Para el cubano de a pie, como suele englobarse a la mayoría de los casi 11 millones de habitantes, la noticia genera curiosidad, expectativas, con esperanzas por el fin del bloqueo, permanente lastre contra nuestro desarrollo individual y colectivo desde hace más de 50 años; de no ser así será el recibimiento a otro jefe de Estado a quien se le muestra lo mejor del país desde La Habana.
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