Hoy se va Barack Obama de Cuba. La gente se sigue preguntando "qué nos traerá Obama?". Y con esa frase se reconoce la importancia de la visita, la trascendencia para la Historia, pero también se aguarda porque sea un parteaguas. Hasta ahora -aunque le llamen lobo disfrazado- deja un legado, porque desde Calvin Coolidge y Gerardo Machado de anfitrión, ningún presidente norteamericano había pisado esta tierra vecina. Puede hacer más, es cierto. Y, sobre todo, el bloqueo sigue ahí en sus aristas más crudas.
Es difícil a estas alturas de sonrisas y fotos hermosas, de apretones de manos deslindar hasta dónde es carisma y hasta dónde reales intenciones. La participación en el programa humorístico más popular de la TV Cubana le abrió puertas humildes cuando solo había indeferencia. De ahí que la mayoría siga el acontecimiento y se haga la misma pregunta sobre sus efectos en la vida cotidiana.
A partir de ahora, la paladar donde comió la familia y los platos que degustaron se harán más populares, como el personaje de Pánfilo y su "conversación" con la Casa Blanca. No me gusta que el presidente crea que todos en Cuba hablamos en términos de "qué bolá?". La frase típica nuestra se ha hecho viral como un símbolo de familiaridad y confianza. Lo que no sabe Obama es que puede ser usada en diferentes contextos. Por eso, en lo que pienso es en qué bolá entre Cuba y EE.UU. después de noviembre.
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